En Baeza. Sospecho que aquí, como en otros muchos lugares de España, hay jubilados que salen de casa con la íntima esperanza de encontrarse con un forastero que les pregunte por una dirección. ¡Y pobre de ti como caigas en sus amabilísimas y prolijas manos!
Si quieres ser flâneur
por estos lares,
no te pares,
viajero,
no te pares.