"El fuerte olor de la rosa significa para el japonés vulgar impertinencia y un apego indecente a la vida; la rosa 'se pudre desvergonzadamente en su rama', mientras que la flor tierna y silvestre del cerezo (símbolo del espíritu japonés) es noble y hermosa porque no se aferra a la vida, sino que se desprende con facilidad de la rama al llegar los primeros vientos y lluvias."
- Karl Löwitz, Historia universal y salvación (1950).