IA don Emilio Castelar todo el mundo lo reconocía como un enorme orador. Pero era tan enorme, que a veces se alargaba y expandía y lo mismo se dedicaba a citar autores griegos que a perderse en descripciones minuciosas o en oraciones interminables. En una ocasión en que se entretuvo entre los griegos Silvela comentó: "Dejadle, don Emilio está hoy en Atenas. Hasta mañana no llegará a Antequera." En otra ocasión, el presidente del Congreso se vio obligado a poner fin a la perorata del prócer y dijo: "No tengo facultad para darle a su señoría más tiempo. Si la tuviera, por mi gusto lo escucharía eternamente."
IIEn uno de los artículos del reglamento de las Cortes de la República se decía que los discursos "podrán pronunciarse por escrito."
IIIUn diputado interrumpió a José María Gil Robles en el Congreso:- Su Señoría es uno de esos hombres que todavía llevan calzoncillos de seda.Gil Robles le replicó sin inmutarse.- No sabía que la esposa de su señoría fuese tan indiscreta.
IVRomero Robledo a Silvela:- Es tan frío, que veranea en Málaga.
VEn una sesión del Parlamento de la República, el maurista Ossorio y Gallardo se preguntaba:- ¿Qué será de nuestros hijos?Una voz le contestó desde el fondo del salón:- ¡Al de su señoría lo hemos hecho subsecretario!