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El café de Ocata
La india apache Brote de Plumón de Almendro era tan guapa que siempre iba envuelta en una nube de mariposas. Tenía una voz bellísima y cantaba las antiguas historias de su tribu de una manera tan encantadora que cada vez que cantaba, florecían las flores de la pradera. Yo le debía la vida porque fue ella quien me atendió y curó cuando un grupo de comanches me atacó por sorpresa.
Brote de Plumón de Almendro podría haberse casado con cualquier gran guerrero apache, pero estaba enamorada de Mirada Alta, el hijo del jefe Antes de Ayer. Se enamoró de él una noche de luna llena en que lo vio tocar las castañuelas ante el fuego central con tanto salero, que parecía un principe gitano. En realidad tocar las castañuelas era lo único que Mirada Alta sabía hacer. Eso a Brote de Plumón de Almendro, no le importaba, pero a Antes de Ayer sí, ¡y mucho! Precisamente porque no veía nada claro el futuro de un indio apache que lo único que sabía hacer bien era tocar las castañuelas, estaba empeñado en casar a su hijo con alguien que tuviera trabajo fijo.
Mirada Alta, como todos los jóvenes apaches, también estaba enamorado de Brote de Plumón de Almendro, pero su padre le dijo que no se hiciera ilusiones porque ya tenía hechos planes para su futuro. Se casaría con una camarera del restaurante que Lobelto tenía en Tejas Verdes, porque decía que al menos, siendo camarera, tenía trabajo fijo.
Nadie sabía por qué el jefe Antes de Ayer se llamaba Antes de Ayer, pero todos estaban de acuerdo en que tenía un genio malísimo y que no convenía llevarle la contraria. Así que el pobre Mirada Alta parecía condenado a casarse con la camarera de Lobelto, a la que no amaba.... pero justo en ese punto intervine yo.
Le enseñé a Brote de Plumón de Almendro a leer, escribir y las cuatro reglas (la suma, la resta, la multiplicación y la división), y de esta manera se capacitó para abrir en el poblado apache una escuela de primeras letras que se llamaba Lobelto Autopizza. Tenía, pues, trabajo fijo y Antes de Ayer levantó sus objeciones para su boda con su hijo.
En fin, que Brote de Plumón de Almendro y Mirada Alta se casaron y puedo asegurar que fueron muy, muy felices. Brote de Plumón de Almendro cantaba, las flores de la pradera florecían, Mirada Alta tocaba las castañuelas entre las prímulas y un maestro becario de Tejas Verdes se ocupaba de la formación intelectual de los jóvenes apaches.
Me imagino que os habrá sorprendido el nombre de la escuela, Lobelto Autopizza, pero tiene su explicación. Lobelto era el nombre que le daban al propietario de un restaurante chino de Tejas Verdes. En realidad se llamaba Yan-yan Kuan Fo Rong Hong, pero como nadie sabía pronunciar este nombre, comenzaron a llamarlo Roberto. Dado que el chino se refería a sí mismo como Lobelto, con Lobelto se quedó. Lo de Autopizza se lo sacó Brote de Plumón de Almendro de la manga porque quería darle a su escuela un toque de sofisticación internacional.
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El café de Ocata
El Conde de Herzegovina es un tipo de mucho cuidado. Tiene una pierna de hierro macizo, porque la suya se la arrancó de un mordisco certero un cocodrilo blanco de ojos fosforescentes que vive dentro del túnel del torrente que hay en el Parque de la Ninfa, en Ocata. Camina lentamente, arrastrando la pierna de hierro con grandes esfuerzos debido a su enorme peso. El ruido que produce al arrastrar su pierna por los interminables pasillos de su castillo se oye a quilómetro y medio de distancia.
¿Por qué se puso una pierna de hierro y no de madera o de plástico, por ejemplo? Pues porque el Conde de Herzegovina es un aristócrata antiguo, y los aristócratas antiguos hacen cosas difíciles de entender, pero ellos consideran que su deber es hacerlas, sin valorar para nada su dificultad.
Tiene el Conde de Herzegovina un muñón en el extremo del brazo izquierdo, porque su mano se la regaló un día a un caníbal que estaba a punto de morir de hambre. En agradecimiento, el caníbal, tras comerse la mano del Conde, le ayudó a liberar a una hermosa joven que una feroz tribu enemiga ya había metido en una cazuela, rodeada de zanahorias, col, perejil, laurel y cilantro. La hermosa joven resultó ser Florinda Flor de las Nubes.
Al conde de Herzegovina le falta el ojo izquierdo y en la cavidad vacía vive una tarántula que asoma de vez en cuando sus dos patas delanteras sobre el pómulo y que, con los golpes que da con sus patas traseras, le indica al conde qué dirección tomar, dado que el otro ojo le cuelga sobre la cara y no le sirve de nada. Nunca me ha contado qué es lo que lo dejó en ese estado lamentable.
Lo importante es resaltar que el Conde de Herzegovina vive en un castillo de torres altísimas y de muy difícil acceso con su amada Florinda Flor de las Nubes y media docena de fieles criados muy bien pagados, porque aunque le gusta el aislamiento, es muy buena persona. Sí, duerme en un ataúd, como Drácula, pero es porque le da pereza desnudarse para meterse en la cama.
Yo suelo ir a verlo de vez en cuando porque estamos terminando de escribir entre los dos una enciclopedia con muchísimos tomos que se titulará Enciclopedia de las cosas que no le interesan a nadie.
Florinda Flor de las Nubes es la mujer más hermosa que yo he visto en toda mi vida… después de mi mujer, de mi hija y de mi nuera, claro está, y está muy enamorada del Conde de Herzegovina. A mí me recibe con mucha alegría cada vez que voy a visitarla al castillo, y es la encargada de corregir la ortografía de las entradas que escribimos para la enciclopedia. Incluso algunas de las mejores páginas del tomo dedicado a los sueños improbables de los moluscos, han salido completas de su mano.
Florinda Flor de las Nubes estaba bajando un día las escaleras de caracol de la torre del homenaje cuando un golpe de viento le apagó la vela que llevaba en la mano. Al quedarse a oscuras no calculó bien la distancia de los peldaños y cayó dando vueltas por toda la escalera. Murió de un golpe en la nuca que se dio en el penúltimo peldaño. Pero el Conde de Herzegovina la devolvió a la vida con un beso, un masaje cardiaco y el olor de un guiso de liebre con patatas, que es la comida que más le gusta.
Cuando el Conde de Herzegovina y Florinda Flor de las Nubes pasean por los bosques que rodean su tenebroso castillo en las noches de luna llena, los lobos salen de sus guaridas y los acompañan en su recorrido. Se dice por Herzegovina que Florinda Flor de las Nubes había sido una loba a la que el Conde convirtió en mujer, pero no es verdad. Ya he dicho cómo se conocieron.
También se dice, y esto sí que es verídico, que, de vez en cuando, el Conde y Florinda Flor de las Nubes organizan grandes fiestas a las que solo acudo yo de fuera del castillo. Tiene que ser así porque, en primer lugar, nadie más está invitado, y en segundo lugar, si lo estuviera, no podría soportar el espectáculo: con los primeros compases del primer vals, las estatuas del castillo bajan de sus pedestales y se van sumando a la fiesta con más o menos energía, según sean jóvenes o venerables ancianos.