Espigón del Tarajal |
Las migraciones dejan de ser una posibilidad y se convierten en un problema cuando se dan en contextos sociales definidos por una distribución desigual del poder, la riqueza o el conocimiento.
Las estructuras sociales que contribuyen a la distribución desigual de los recursos contribuyen también a la transformación de las fronteras en obstáculos a los movimientos migratorios y a su conversión en un problema.
Las soluciones a este problema son básicamente de dos tipos:
1) Transformar las estructuras sociales generadoras de desigualdad para que, desde una distribución equitativa de los recursos, hagan posible la diversidad que caracteriza a los proyectos de vida humana, haciendo de las fronteras espacios de intercambio creador.
2) Mantener las estructuras sociales generadoras de desigualdad y mejorar la eficacia de las fronteras para impedir la inmigración, o regularla en la medida en que la organización de la desigualdad y la precariedad vigente la requiera para su autorreproducción indefinida.
Al proponer o valorar soluciones al problema de la inmigración podemos preguntarnos lo siguiente: ¿buscan la creación de estructuras sociales equitativas que liberen la diversidad humana o estructuras sociales que mantengan, en su irreversibilidad, las diferencias de poder, riqueza o conocimiento? La respuesta es, en cada caso, una valoración crítica que nos permitirá orientarnos en la compleja cuestión de los movimientos migratorios, considerados no tanto como problemas sino como posibilidades propias de los seres humanos.