El debate actual sobre Monarquía o República ha de ser planteado en relación con la cuestión de la calidad democrática de nuestro régimen político para que sea relevante.
La calidad democrática de un régimen político depende de su capacidad para garantizar que tanto el poder (entendido como la facultad de tomar decisiones), como la riqueza (entendida como el disfrute de las condiciones dignas de existencia) están equitativamente distribuídos y se rigen por el doble principio del apoyo mutuo (la solidaridad) y el bien común (conciliando los intereses enfrentados), respetando la libertad individual. Un régimen político es más democrático cuanto más cumple estos objetivos (García Moriyón).
Pues bien, actualmente nos encontramos inmersos, tanto nacional como internacionalmente, en un proceso de concentración de poder generador de una riqueza extrema que perpetúa la desigualdad y supone una amenaza para un modelo social basado en la inclusión e igualdad de oportunidades, poniendo en peligro los sistemas democráticos (ver informe
Oxfam-Intermón).
El debate sobre Monarquía o República ha de referirse a este contexto para que sea realmente significativo. En este sentido ¿qué modelo concreto de organización social favorece una distribución equitativa del poder y la riqueza? ¿Cuál de ellos nos permitirá disfrutar de más democracia?