Escribe Tzvetan Todorov en "La vida en común":
"El niño busca captar la mirada de su madre no solamente para que ésta acuda a alimentarle o a reconfortarle, sino porque esa mirada en sí misma le aporta un complemento indispensable: le confirma en su existencia. (...) Como si supieran la importancia de ese momento -aunque no es así- el padre o la madre y el hijo pueden mirarse durante largo rato a los ojos; esa acción sería completamente excepcional en la edad adulta, cuando una mirada mutua de más de diez segundos no puede significar más que dos cosas: que las dos personas van a batirse o a hacer el amor".
Se trata de la convivencia: duelo a muerte y dúo de amor en una sola mirada.