“Para
poder suprimir del todo la razón de dudar, debo examinar si hay
Dios, tan pronto como encuentre ocasión; y si encuentro que lo hay,
he de examinar también si puede ser engañador (…). Bajo el nombre
de Dios entiendo una sustancia infinita, eterna, inmutable, por la
cual yo mismo y todas las demás cosas existen-si es que existen
algunas- han sido creadas y producidas. Ahora bien: tan grandes y
eminentes son esas ventajas que (…) menos me convenzo de que la
idea que de ellas tengo pueda tomar su origen en mí; y por
consiguiente hay que concluir que Dios existe; pues si bien hay en mi
la idea de sustancia, siendo yo una, no podría haber en mí la idea
de una sustancia infinita siendo yo un ser finito, de no haber sido
puesta en mí por una sustancia infinita”.
Descartes.
Meditaciones Metafísicas.
En este
texto su autor reflexiona sobre el problema de la demostración de la
existencia de Dios.
1.
Exponer las ideas fundamentales del texto y la relación que hay
entre ellas.
En este
texto encontramos las siguientes ideas:
La
primera idea (1) afirma que para poder dejar de dudar, el autor ha de
preguntarse y considerar si hay Dios, es decir, si Dios existe, y si
la respuesta es afirmativa, habrá que examinar también una cuestión
sobre su naturaleza, en concreto, si Dios puede ser engañador. Esta
cuestión es fundamental para saber si es posible eliminar cualquier
razón para dudar, puesto que Descartes busca en su obra una verdad
absolutamente indudable sobre la que edificar el conjunto del saber y
orientarse adecuadamente en su vida.
La
segunda idea (2) afirma qué entiende Descartes por Dios: una
realidad que se basta a sí misma para existir, es decir, una
sustancia, con las características de la infinitud, la eternidad, la
inmutabilidad y el poder de crear todas las cosas.
La
tercera idea (3) afirma que Dios, sustancia infinita, no puede tener
su origen en mi debido a la grandeza y eminencia de sus
características, de lo que se sigue una conclusión: Dios existe.
La
cuarta idea (4) explica la anterior. Aunque podemos encontrar en
nosotros la idea de sustancia finita, es decir, limitada, siendo
nosotros mismos un ejemplo de sustancia finita, no podría haber en
nosotros la idea de una sustancia infinita si ella misma no la
hubiera puesto en nosotros, puesto que nosotros somos limitados y no
podemos ser su origen. Aquí Descartes está aplicando un
razonamiento según el cual debe haber una proporción entre la causa
y lo causado, de modo que una realidad finita no puede crear una
realidad infinita.
La
relación entre estas ideas es la siguiente. En el texto se exponen
una serie de ideas que funcionan como premisas que argumentan a favor
de una conclusión: la
afirmación de la existencia de Dios para así poder suprimir toda
duda y cumplir así el objetivo de la obra cartesiana.
La
primera idea (1) plantea el problema que Descartes quiere resolver:
desprenderse de toda razón para dudar mediante el examen de si hay o
no un Dios engañador. Si hubiera un Dios y fuera engañador, su
proyecto no podría realizarse, pues estaríamos en sus manos y no
podríamos confiar ni siquiera en la capacidad racional que nos
define. Tal vez la misma razón y su principio de evidencia, claridad
y distinción podría ser un engaño. Pero ¿qué entendemos por la
palabra “Dios”? En la segunda idea (2) Descartes responde a esta
pregunta definiendo la realidad divina como sustancia infinita, sin
límites, eterna, existente desde siempre y para siempre, inmutable,
no cambiante, y creadora de toda realidad. Esta segunda idea funciona
como premisa de su argumento . La tercera idea (3) plantea la
conclusión: si Dios es infinito no puede ser creado por nosotros,
por lo tanto, existe. Es en la cuarta idea (4) donde Descartes
explica y desarrolla por qué podemos afirmar la existencia de Dios
con más detenimiento. En mí, escribe el autor, puedo encontrar la
idea de sustancia siendo yo mismo una, por lo tanto, podríamos
nosotros ser su origen. Pero de lo que no podemos en absoluto ser
origen es de la idea de sustancia infinita. La razón de esa
imposibilidad se encuentra en la desproporción entre la causa y lo
causado. Lo causado, la idea sustancia infinita, es decir, de Dios,
no puede tener su causa en mi, realidad finita y limitada, sino sólo
en la realidad de Dios mismo. Por lo tanto si encuentro su idea en mi
pensamiento y yo no he sido su origen, sólo puede provenir de su
realidad infinita. Por lo tanto, existe.
En este texto encontramos uno de los desafíos a los que el proyecto de Descartes tiene que enfrentarse para llegar a buen término. Su objetivo es el de encontrar una verdad indudable capaz de fundamentar el conjunto del saber y, en el desarrollo de esa búsqueda, el autor va a encontrarse con la necesidad de demostrar la existencia de Dios. La razón de esa necesidad se encuentra en lo siguiente. El resultado del cuestionamiento de todo saber mediante la duda metódica es el descubrimiento de la primera verdad indudable, consistente en la existencia del sujeto que piensa. Pero el conjunto del saber humano puede no ser más que una ilusión si el autor no logra demostrar que 1) más allá del propio pensamiento hay una realidad extramental que éste pueda conocer con verdad y que 2) esa realidad permite confiar en la razón humana en su empeño de conocer la realidad. El texto persigue ese objetivo con su demostración de un Dios no engañador.