La ciencia puede explicar muchas cosas, pero ni puede explicarse a sí misma, ni puede explicar aquello en lo que se apoya para explicar todo lo que explica. La razón es que ni la ciencia misma ni sus fundamentos son de la misma naturaleza que los objetos estudiados por el científico. Dicho de otro modo: la física, por ejemplo, no puede explicarse a sí misma porque la propia física no es un fenómeno físico (ni la biología un evento biológico, ni la psicología un mero producto de la mente, ni la historia algo simplemente histórico...)
Veamos esto con más detalle. Las ciencias tienen como objeto de estudio a la naturaleza (las ciencia naturales) o a la cultura (las ciencias humanas); pero para tratar su objeto han de emplear reglas lógicas y criterios epistemológicos (que informen acerca de cómo debe ser el conocimiento científico). Deben asumir también presupuestos ontológicos (acerca de cómo debe ser la realidad para poder ser explicada o descrita por la ciencia). Y tienen, por último, que partir de ciertas nociones "primitivas" correspondientes a cada una de las ciencias (por ejemplo, la noción de
energía, los físicos; la noción de
organismo, los biólogos; la noción de
mente o
individuo los psicólogos, las nociones de
tiempo y de
cultura los historiadores, etc.). Ahora bien: ¿cuántas de estas reglas, criterios, presupuestos ontológicos y nociones "primitivas" son explicables por la misma ciencia que los usa y aplica? Respuesta: ninguno; ni puede explicarlos ni podrá jamás (y en esa imposibilidad radica su propia condición de ciencia
particular).
De entrada, ninguna ciencia particular puede explicar las reglas lógicas con las que opera el científico cuando razona. Por la simple razón de que tales reglas no son cosas físicas, biológicas, psicológicas, lingüísticas ni históricas. Si lo fueran perderían su entidad y validez como
reglas. Si la lógica, por ejemplo, fuera un evento físico (de carácter cerebral quizás), estaría sujeta a condiciones particulares y espacio-temporales, con lo que las propias leyes lógicas podrían cambiar a cada momento (no valdrían como leyes), y, por su particularidad, carecerían de la trascendencia o generalidad necesaria para poder ser aplicadas, a la vez, a todo proceso de razonamiento particular. De modo semejante las reglas o criterios del conocimiento científico, si pretenden ser válidos y útiles, no pueden ser parte de aquello mismo que se conoce correctamente en virtud de ellos (¿Bajo qué reglas sería legítimo el conocimiento de esas mismas reglas? ¿Es científicamente demostrable el modo científico de demostrar?). Exactamente igual con respecto a los supuestos ontológicos. Ningún físico, por ejemplo, puede demostrar
física o
experimentalmente que la realidad es física (de entrada no lo son las propias leyes físicas, ni las nociones teóricas que el físico emplea). Ni matemático alguno puede demostrar
matemáticamente que el mundo es matemático (ni responder matemáticamente a cuestiones acerca de la naturaleza de los números o de la matemática misma). Ni el historiador demostrar que todo lo humano está sujeto a la historia (esto mismo que dice no podría estarlo, por ejemplo). Etc. Por último, las nociones más primitivas de cada campo científico (energía, organismo, mente, tiempo, número, etc.) son imposibles de definir en el propio contexto científico en que se usan (justo por eso se les llama "primitivas": no hay, por ejemplo, ninguna otra noción física lógicamente anterior para poder definir con ella lo que sea la "energía" sin incurrir en circularidad).
Pero la ciencia no solo es incapaz de explicar científicamente sus fundamentos (lógicos, epistémicos, ontológicos, axiomáticos), sino también a sí misma. La física (por ejemplo) no es un objeto físico. Nada de lo que encontremos en un tratado de física es físico. Las leyes físicas no podrían ser objetos o sucesos
particulares (si a la vez determinan la
generalidad de los sucesos). Sería absurdo pensar que la ley de la gravedad
pesa, o que el espacio
ocupa algún espacio, o que el propio tiempo es
temporal, o la velocidad
veloz, o que la ley de la evolución
muta y evoluciona según las pautas inmutables que ella misma establece. Lo mismo con el resto de las ciencias. Las leyes de la historia que pretende descubrir el historiador no pueden ser también históricas (y
cambiar históricamente a la vez que
se mantienen como las leyes que explican su propio cambio). Ni las leyes del psicólogo podrían ser fenómenos psicológicos
particulares y cambiantes a la vez que se sostienen como explicación
universal e inmutable de esos mismos fenómenos y cambios...
En suma, podríamos decir que cada ciencia es como un “foco” que alumbrara cierta parte de la realidad, pero que, a su vez, fuera incapaz de enfocarse a sí mismo: a sus propios "engranajes" o fundamentos, a aquello mismo que genera su
luz... Ahora bien: si la ciencia no puede ocuparse científicamente ni de sus propios fundamentos ni de sí misma, tendríamos que pensar en algún saber más fundamental que se ocupe de esto (un
foco de focos). Según algunos, este saber (o proyecto de saber) es la filosofía, aunque eso abre la puerta muchas otras preguntas...
1. Según algunos filósofos (y científicos) la ciencia es un saber “prefilosófico”. Pero según otros muchos filósofos y científicos, es la filosofía la que representa un saber “precientífico”. ¿Quién tiene razón?
2. ¿En qué sentido podría la filosofía ocuparse del “fundamento” de las ciencias?
3. ¿No le ocurrirá a la filosofía lo mismo que a la ciencia: que dependa de reglas, métodos e ideas fundamentales que carezcan de justificación filosófica?