Según Kant, la
Ilustración y el progreso de la sociedad consistía en que los individuos dejaran de ser "menores de edad mental" y se atrevieran a pensar por su cuenta, sin permitir que otros pensaran y decidieran por ellos. Kant pensaba que la mayoría de la gente era, en su época, “menor de edad” y que, por tanto, eso de la
Ilustración apenas era más un propósito que una realidad. El medio idóneo para lograr ese propósito era, según él, la educación. O más exactamente cierto tipo de educación: aquella que descubre al individuo la necesidad de pensar por sí mismo y le enseña a hacerlo. Ahora bien, de un lado esta educación apenas existía (los "tutores" o educadores eran tan inmaduros o dependientes de prejuicios como sus pupilos, por lo que no hacían sino prolongar la minoría de edad de estos). Y de otro lado la mayoría no se prestaba fácilmente a salir de su situación, ya fuera por miedo (¡quién se atreve a pensar por sí mismo corriendo el riesgo de perderse del rebaño!), ya por pereza y, en general, por no tener un genuino deseo de libertad que fuera más allá de la satisfacción de los deseos "naturales" (según Kant: el deseo de estar sano, de tener dinero, y de aliviar como sea el miedo a la muerte).
¿Ha cambiado algo desde la época de Kant? La respuesta, me temo, no es muy halagüeña. La mayoría de la gente permanece en esa "minoría de edad", confiando su vida material a los "expertos" (médicos, abogados, bancos), su conciencia moral al "gurú" de turno (donde antes había sacerdotes ahora se colocan los libros de autoyuda, los psicólogos o los asesores de coaching), y su entendimiento del mundo a "lo que dice la ciencia", a los medios de comunicación, o a la doctrina de la pequeña secta o rincón ideológico al que se adscriben. ¿Quién piensa hoy por su cuenta? ¿Dónde encontrar un pensamiento crítico hasta la raíz? Difícil. La propia filosofía contemporánea busca a veces la tutoría de la ciencia o de esa religión multiforme o "politeísta" que es "el mundo de la vida". ¿Dónde, entonces, encontrar tutores que eduquen en la verdadera libertad: en la destrucción de todo prejuicio y dogma, en la búsqueda insobornable de la verdad? Muy difícil. Para más desconsuelo la educación, en nuestro país y en tantos otros, se desvincula paulatinamente del viejo ideal ilustrado. La única libertad o autonomía que se pretende es la económica o laboral. Ser "mayor de edad" es ser un profesional bien pagado y apto para consumir todo lo posible (guiado por los expertos en márketing). En la educación moral vale tanto el dogma del sacerdote como el diálogo racional en clase de ética (al fin y al cabo, ¿qué hay de objetivo en
lo bueno y
lo malo?). La filosofía es considerada poco más que un adorno o entretenimiento cultural que no ha de estorbar el aprendizaje de las materias-herramienta para lo que se supone útil, y que es lo mismo que lo que Kant denominaba deseos "naturales": salud, dinero... ¿Qué más hace falta? Atreverse a saber... ¿Para qué?