Entre Andalucía y Extremadura (o incluso Portugal) no hay fronteras, sino flamenco, una línea de bordón, un aire vibrante, un matiz, un deje apenas. Del fandango de Almonaster o el delicadísimo de Encinasola hasta el de Fregenal, de los tangos de la Plaza Alta a los portugueses, de las cantiñas y chuflas gaditanas a esa bulería arcaica que son los jaleos extremeños... Todos eran
el mismo país...Del amor y la promoción del flamenco trata esta colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo
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