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Personas ante un ventanal en el Museo Stedelijk (Amsterdam) |
Decía el filósofo Gustavo Bueno que la cultura es el nuevo opio del pueblo, una versión secularizada de la gracia divina. Promete librarnos de la mediocridad y la insignificancia tal como la
gracia de nuestra naturaleza pecaminosa y mortal. Pensaba en esto mientras bostezaba, días atrás, ante una de las obras clásicas del Festival de Teatro de Mérida. Era insufrible. Pero nadie se movía. ¿Cómo es que la gente no se levanta en masa y se va – me preguntaba – con la misma rapidez con que cambia de canal en la TV? ¿Será que disfrutan de verdad, como no soy capaz de hacerlo yo?
¡Quia! … Me juego lo que sea a que mis vecinos de localidad estaban tan aburridos como yo. Es imposible que personas formadas en el espectáculo audiovisual puedan disfrutar con versiones pedantes, mortecinas y de cartón piedra de lo mismo que pueden ver y entender, mil veces mejor, en el cine. ¿Entonces?...De esto trata nuestra última colaboración el El Periódico Extremadura.
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