Si el simple justificar el odio o la violencia fuese un delito no solo habría que cerrar mezquitas, sino bibliotecas, redes sociales y todos los bares del país. De otro lado, nadie incita al odio o la violencia en estado puro. La gente odia cosas concretas (a la cultura occidental, a los homosexuales, a los musulmanes...) porque cree que encarnan cosas malas, y aunque son juicios muy torpes, todo el mundo tiene derecho a odiar lo que le parece odioso, a expresarlo, y a decidir por sí mismo el valor de los odios y las filias ajenas (sin que todo esto tenga que regularlo ninguna ley). Mientras no se pase de aquí (de la expresión y la discusión sobre valores) no debería haber delito alguno... De este asunto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura.
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