Es un profundo error marginar las materias filosóficas, o confinarlas, como se hace con la formación ética en la LOMCE, a aquellos alumnos que no cursan ninguna opción religiosa, como si fueran ellos (los que no dan religión) y no los que son educados en dogmas religiosos desde pequeños, los únicosque necesitasen ser educados en el ejercicio libre y crítico de la razón. Así, por paradójico que resulte, y pese a las constante apelaciones al diálogo y la comprensión de los credos del prójimo (incrementadas, como es habitual, tras un atentado terrorista), nuestro sistema educativo se empeña en segregar al alumnado según sus creencias religiosas o la ausencia de ellas, distinguiendo, además, y peligrosamente, la formación religiosa de la formación en el espíritu crítico y racional que proporciona la filosofía (enviando a unos alumnos a las aulas de religión y a otros a las de ética y ciudadanía). La escuela deja de ser, así, un lugar de integración y convivencia para convertirse en un archipiélago de islas separadas por muros ideológicos difícilmente franqueables...De todo esto trata
nuestra última colaboración el diario.es, esta vez junto a mi colega Ricardo Hurtado Simó.