En cierto modo vivimos en una época más moralizante que la de nuestros padres. Una generación de jóvenes «snowflakes» (blancos, de clase media-alta, bien educados) con la piel finísima, aliados a una izquierda que alguien ha llamado con guasa «monocular» (más preocupada del sexismo en los anuncios que del cierre de las fábricas), insisten en pedir que se prohíba todo lo que parezca ofensivo a ciertas minorías étnicas, mujeres, homosexuales y pueblos del mundo. De momento se han cebado con la cultura popular: canciones de reggaeton, humoristas, youtubers, series de TV (lo último, la crítica –por homófoba, machista y racista, la tríada completa– a la serie Friends). Pero algunos ya han metido también la cabeza en los museos (hace poco exigían retirar un cuadro del Metropolitano de N.Y. porque incitaba –decian– a la pederastia), y no creo que falte mucho para que lo hagan en las bibliotecas (la mayor parte de la literatura clásica contiene dosis intolerables de sexismo, belicismo, etnocentrismo...)... De todo esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo
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