Si muchos de los que se quejan por perder las horas lectivas de Religión que nunca debieron tener fueran más sensatos cejarían en el empeño de aumentar los privilegios que ya tienen. En otro caso, y a fuerza de soberbia y codicia, acabarán por provocar que la ciudadanía y algún gobierno, tan valiente o más que el extremeño, se decidan por fin a revisar esos pintorescos acuerdos políticos en que se fundan las prerrogativas casi feudales que aún tiene la Religión Católica en la escuela española. Sobre el lugar de la Religión en la educación vuelve a tratar esta nueva colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo
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