Quién debe ocupar el lugar prioritario en la educación moral de los hijos: la familia o el Estado? Ninguno de los dos, Lo que se debe procurar desde ambas instancias es que el "adoctrinamiento" inevitable que supone la educación familiar (y, para equilibrar a este, la "educación en valores cívicos" estatal, que es otro tipo de adoctrinamiento) se vea a su vez compensado con la promoción del pensamiento crítico y autónomo de los alumnos. Porque no es ni la familia ni el Estado los que tienen, al fin, que decidir cómo pensamos y vivimos, sino nosotros mismos. Y esa capacidad de cada uno para decidir libremente cuáles han de ser sus valores y creencias tendría que ser lo que más y mejor fomentase la escuela. Así, en esta no solo se han de impartir los famosos y polémicos "valores cívicos", sino también y sobre todo, la reflexión ética en torno a todos los valores. Sin el desarrollo educativo de esa capacidad –que es la que proporciona el hábito de la reflexión y el análisis racional de todos los valores–, no hay democracia que valga; hay manipulación y demagogia, de la familia o del Estado, de derechas o de izquierdas, o, por resumir, de todos aquellos cuyos intereses o arrogancia moral no admiten instancia crítica alguna. De esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo
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