A mucha gente las preguntas filosóficas les parecen cosas de niños, una pérdida de tiempo, un ocuparse de algo irreal o, cuando menos, imposible de resolver. ¡La economía, la técnica, la política, la ciencia: eso sí que son cosas serias de las que merece la pena hablar!... Pues fíjense que es la ciencia –por no hablar de las necesidades inmediatas, los artilugios técnicos o las trifulcas políticas– lo que me parece a mi cosa de chiquillos. ¿Qué más dará de qué estén hechas o cómo se muevan las cosas –clamaba el viejo Sócrates tras leer a los ‘físicos’ de su época– si no sabemos por qué ni para qué son o se mueven?... Galileo hizo bien al retractarse –decía Albert Camus–: nadie se suicida porque sea la Tierra o el Sol lo que gire alrededor del otro (pero sí por no encontrarle sentido a la vida)... De esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo
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