La caza es percibida, cada vez por más personas, como una actividad que despierta muy justificados reparos morales. No hace falta ser animalista o ecologista para advertir que acorralar y disparar a animales por el puro placer de hacerlo es, cuando menos, cuestionable. Los animales no son personas, desde luego. Pero tampoco son simples dianas móviles. Hacerles sufrir hasta la muerte por puro deporte empieza a ser considerado por la inmensa mayoría como algo moralmente injustificable. La caza deportiva ha de buscar nuevos derroteros y opciones.
De otro lado, los argumentos que dan los defensores de la caza para librar a este «deporte» de su decadencia son muy endebles. La actividad cinegética puede reportar, en ciertos contextos, algunos beneficios medioambientales, sobre todo en relación a la superpoblación o extinción de ciertas especies (un efecto provocado, a menudo, por los propios cazadores, deseosos de introducir ciertos animales –véanse las numerosas granjas cinegéticas, especialmente de jabalíes– y de eliminar depredadores o «alimañas» que les puedan hacer la competencia). Pero esto no es de ningún modo generalizable. La protección del medio ambiente está, hoy, en manos de la Administración y de las leyes, uno de cuyos objetivos es restaurar la capacidad de regeneración y regulación natural de los ecosistemas, como se hace en los espacios naturales que gozan de la mayor protección.
El resto de argumentos a favor de la caza son igualmente discutibles, sobre todo si se los contrapone a la consideración moral que hacíamos antes. Ningún beneficio económico, tradición o ejercicio de libertad individual justifica que se haga sufrir innecesariamente a animales tan anhelantes de vida y sensibles al dolor como nosotros. El respeto a otros seres vivos y la idea de que estos no deben considerarse como meros objetos para nuestro entretenimiento son principios tan asentados ya en la sociedad que incluso forman parte de los contenidos curriculares que los docentes hemos de transmitir en clase. De ahí también la preocupación por las campañas de promoción de la caza en los colegios.De todo esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo
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