Mi amigo el periodista Antonio León suele hablar con nostalgia de La Clave, el programa de coloquios televisivos que dirigió José Luis Balbín durante la transición, una época en la que ir a hablar a la tele era aún una cosa seria. Luego, ya saben, aquellos sesudos debates dieron paso a las tertulias entre periodistas (transmutados en
vedettes de la opinión), a simulacros de debate político (en época electoral) y a las paradas de monstruos de la telebasura. Así, la opinión pública dejó de ser “educada”, al menos en parte, por académicos e intelectuales (como los que traía Balbín a su programa) para serlo, del todo, por presentadores, demagogos y famosos, muchos famosos. Es a ellos – actores, cantantes, deportistas… – a los que – sobre cualquier asunto público – se les pregunta y escucha hoy.
¿Qué explica este cambio, nos preguntaba Antonio en la tertulia (de no-famosos) que celebramos los lunes en la radio pública? ¿Cómo es posible que instituciones o acontecimientos, antes rodeados de una solemne gravedad (como la reciente cumbre mundial sobre el clima) sean hoy un espectáculo – entre el
photocall y las charlas
TED – en el que se exhiben por igual las opiniones de científicos, estadistas y estrellas de cine? ¿Qué autoridad tienen Harrison Ford, Alejandro Sanz o Javier Bardem – por poner algunos ejemplos – para subir a una tribuna a hablar del cambio climático o de cualquier otro asunto público? Ninguna, claro. Pero justo por eso la tienen toda... Sobre todo esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo
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