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Decadència: Según uno de los diálogos de
Platón (
El Político), nuestra edad ha sucedido a otra de oro, la edad de Cronos, en la cual el propio Cronos gobernaba al mundo y los hombres nacían de la tierra; en la nuestra, la edad de Zeus, e! mundo ha sido abandonado de la mano de los dioses y librado a sus propios recursos, por lo cual la corrupción es cada vez mayor en su seno. Y también según el mismo diálogo, una vez alcanzado el punto más alto de corrupción, el dios volverá a retomar el timón de la nave cósmica y las cosas comenzarán a me jorar nuevamente. No se sabe a ciencia cierta hasta qué punto creía
Platón en esta historia de
El Político. Por un lado, hay indicios indudables de que no creía que todo ello fuera literalmente cierto, pero por el otro, tampoco puede haber grandes dudas de que concebía la historia humana dentro de un marco cósmico y de que consideraba a su propia época una de las de mayor depravación -posiblemente la más profunda que era dable alcanzar- y que todo el período histórico precedente se hallaba determinado por una tendencia intrínseca hacia la decadencia; tendencia ésta compartida tanto por e! desarrollo histórico como por el cósmico. Lo que ya no es tan claro, a mi parecer, es que también creyese que esta tendencia debía llegar
necesariamente a su fin, una vez alcanzado el grado extremo de depravación. Lo que sí creía, ciertamente, es que mediante el esfuerzo humano, o quizá más bien, sobre humano, era posible contener el fatal impulso histórico y poner fin a este proceso de decadencia. (Rep. 414b, 546e/Político 268e-274e) (págs. 34-35)
Platón creía que la ley de la degeneración suponía degeneración moral. La degeneración política depende fundamentalmente, por lo menos a su juicio, de la degeneración moral (y falta de conocimientos); y la degeneración moral se origina, a su vez, en la degeneración racial. He aquí la forma en que la ley cósmica general de la decadencia se manifiesta dentro del campo de los asuntos humanos. (pág. 35)
Platón puede haber creído perfectamente que así como la ley general de la decadencia se manifestaba en la decadencia moral conducente a la corrupción política, así también el advenimiento del punto decisivo cósmico decisivo se manifestaría en la llegada de un gran legislador cuyas facultades de raciocinio y cuya voluntad moral fueran capaces de poner fin a este período de decadencia política. Parece probable que la profecía formulada en
El Político, del retorno a una edad de oro, constituya la expresión de tal creencia bajo la forma de un mito. Sea ello como fuere, lo cierto es que
Platóncreía en ambas cosas, es decir, en una tendencia histórica general hacia la corrupción y en la posibilidad de contener dicha corrupción, en el campo político, por medio de la supresión de todo cambio político. Es éste, en consecuencia, el objetivo por el que aboga en sus obras. Así,
Platón trata de alcanzarlo mediante el establecimiento de un estado libre de los males que aquejan a todos los demás estados, pues toda transformación se halla paralizada en él, y, por lo tanto, no degenera. El mejor estado, el estado perfecto, es aquel que se halla libre del mal del cambio y la corrupción. Es el estado de la edad de oro que nunca cambia, es el
estado detenido. (pág. 35)
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Esta concepción sirve para valorar la tendencia general y la dirección principal de todos los cambios que se producen en el mundo de los objetos sensibles, pues si el punto de partida de todo cambio es perfecto y bueno, entonces el cambio sólo puede constituir un movimiento de alejamiento de lo perfecto y lo bueno y de acercamiento hacia lo imperfecto y lo malo, hacia la corrupción. (pág. 48-49)
«Los objetos se generan por su participación en la Forma y se corrompen por la pérdida de esta Forma.» Este proceso de degeneración, lento al principio y luego más rápido -esta ley de la decadencia y caída es descrito dramáticamente por
Platón en
Las Leyes, el último de sus grandes diálogos. El pasaje se refiere primordialmente al destino del alma humana, pero
Platón deja bien claro que vale para todas las cosas que «comparten el alma», con lo cual involucra a todos los seres vivos. «Todas las cosas que comparten el alma cambian -escribe-... y mientras cambian son arrastradas por el orden y la ley del destino. Cuanto más pequeño es el cambio de su carácter, tanto menos significativa es la declinación incipiente en su nivel de grado. Pero cuando los cambios aumentan y con ellos la iniquidad, entonces se precipitan hacia el abismo que conocemos con el nombre de regiones infernales.« (Rep. 485b, 508d/e, 527a/b, 546ª, Llibres VIII i X/P269d49 En conclusión,
Platón enseña que
el cambio es el mal y que el reposo es divino. (pág. 50)
Si hemos de creer el comentario de
Aristóteles resumido en el último capítulo, admitiremos que la teoría de las Formas o Ideas fue introducida originalmente para satisfacer una exigencia metodológica, a saber, la de un conocimiento puro o racional, que resulta imposible en el caso de los objetos sensibles sujetos a transformación. Podemos advertir ahora que la teoría no se limita a eso. Además de satisfacer estas exigencias metodológicas suministra una teoría del cambio, explicando la dirección general del flujo de todos los objetos sensibles y, de este modo, la tendencia histórica a degenerar evidenciada por el hombre y la sociedad humana. (pág. 50)
Según
La República la forma de sociedad original o primitiva y al mismo tiempo la única que se asemeja a la Forma o Idea del Estado, esto es, «el Estado perfecto», es un reinado de los hombres más sabios y más parecidos a los dioses. Esta ciudad-estado ideal se halla tan próxima a la perfección que se hace difícil concebir que pueda cambiar alguna vez. (pág. 52)
Platón considera la historia -que es para él la historia de la decadencia social- como si se tratase de la historia de una enfermedad, siendo la sociedad el paciente y e! político -como veremos más adelante-, su médico, su salvador. Así como la descripción del curso típico de una enfermedad no siempre puede aplicarse a todos los pacientes, tampoco la teoría histórica de
Platónde la decadencia social pretende validez para el desarrollo de todas las ciudades individuales. Su intención se reduce a describir tanto e! curso original de la evolución por la cual se generaron inicialmente las formas principales de decadencia constitucional, como el curso típico de la transformación social. Se advierte, así, que
Platón se propuso delinear un sistema de períodos históricos gobernados por una ley evolutiva; en otras palabras, se propuso la elaboración de una teoría historicista de la sociedad.(Rep. 546a) (pág. 52)
Karl R. Popper,
La sociedad abierta y sus enemigos, Primera Parte, Ediciones Orbis, Barna 1985