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(la necesidad de mitificar) Los hombres no paran de contarse historias, en apariencia para entretenerse los unos a los otros, de hecho, sin embargo, para ir tejiendo, remendando y manteniendo en buen estado la red de la mitología, conservando el mundo a través del relato. Este discurso vivo existe aún en las esferas más elevadas; poco a poco, sin embargo, se van acabando las historias y los hombres. Reina ya el silencio aquí y allá, la contemplación pasiva de las imágenes de los medios, la desorientación, el mutismo, las acciones absurdas, no motivadas por ninguna mitología válida.●●●
(…) EL SECRETO de mi existencia es el deseo de amor y, al mismo tiempo, la falta de amor. El vacío se desvela a raíz de algún que otro hecho minúsculo. La forma de vida correcta –es decir, una que no me angustiara- sería la encaminada única y exclusivamente hacia la escritura. Ello, sin embargo, exigiría una soledad absoluta. La soledad me protegería de la angustia causada por el secreto de mi existencia; en cambio, aparecerían entonces ciertos temores concretos, por ejemplo, el miedo y la angustia debidos a la propia soledad. Conclusión: no existe una solución. Conclusión: existe la solución, pero la temo. Si consiguiera querer realmente la muerte, estaría a salvo de la angustia. Pero supondría un esfuerzo psíquico que sólo podría realizarse en soledad. Es de noche, una noche primaveral, y sé que mi existencia es un gran regalo y que yo –como todo el mundo- lo estoy dilapidando.
Y eso que en la vejez es preciso vivir de manera concentrada. ¿O es inevitable la disolución psíquica en la vejez? ●●●
“LA EUROPA unida…” Pero ¿cuál sería su mito fundamental? Se ve con claridad: no es casual que Auschwitz se convierta ahora en cuestión viva, en fuente de las cuestiones vivas, después de que se derrumbara el imperio soviético. El mito cristiano ya no vive. La imagen del ‘mal’, al que el mundo occidental más o Unión Soviética. La gran negatividad frente a la cual pueda erigirse el mito de la aspiración a un mundo más ético es sólo Auschwitz. Lo que resulta característico políticamente, característico en lo que respecta a la conciencia política general, es que Yugoslavia –su derrumbe inesperado y total bajo el signo del odio, el hundimiento de ese territorio floreciente, el trabajo completo de la locura- haya pasado a un segundo plano, haya quedado casi relegado al olvido en medio de la frenética marcha de los acontecimientos. ●●●EN MI CARTA dirigida a X.Y. expongo lo siguiente: “Necesitamos el conocimiento histórico, pero necesitamos también el miro, del que, sin embargo, no disponemos. He partido del simple hecho de que en el mundo de la solución final, en el universo concentracionario, todos los conceptos e ideas éticos de nuestra cultura occidental (sic, de nuestra cultura occidental) se extinguieron por completo, se apagaron. ¿Dónde ocurrió Auschwitz? ¿Rn el ámbito de la cultura cristiana? ¿O en otra parte? ¿Y qué ámbito cultural encarará Auschwitz, si es que llega a hacerlo? … De este modo he llegado, pues, a los problemas fundamentales de la vitalidad y creatividad del hombre actual. Si en el hombre moderno ha quedado una creatividad ética, ésta tendrá que nutrirse de hechos completamente nuevos; no puede crearse una ética nueva a partir de la ética anterior a Auschwitz. Es preciso volver a comenzar de cero. Si Auschwitz actúa como un trauma en el mundo psíquico de las nuevas generaciones, éstas lo encararán como un trauma, y entonces podrá conducir a una nueva creatividad en todos los ámbitos, también el de la ética…”
Imre Kertész, Laberintos, apuntes de 1998, Babelia, El País, 20/07/2013