Pensadores como Bertrand Russell, Rilke y Oscar Wilde tal vez hayan aprovechado algo que la neurociencia moderna recientemente está empezando a descubrir. Estos pensadores, y muchos más, sostuvieron a lo largo de sus vidas que una persona solo podía realizar su potencial con plenitud a través del ocio. Puede sonar paradójico: después de todo, nos enseñan desde una edad muy temprana alguna variante del dicho “el diablo encuentra trabajo para las manos ociosas”. Pero, dada la concepción del cerebro que está naciendo del trabajo de las neurociencias modernas, puede no ser accidental que a medida que nuestros horarios laborales se extienden, nuestro bienestar mental y nuestra salud física disminuyen. (pàg.36-37)
En una famosa serie de investigaciones, Clifford Nass, profesor de comunicaciones de la Universidad de Stanford, procuró identificar qué capacidades proporciona la multitarea. Al profesor Nass le causaba asombro la habilidad de sus colegas y amigos que decían ser expertos en multitarea, personas capaces de hablar por chat con otras tres personas al mismo tiempo, mientras responden correos electrónicos y navegan por internet.
En un experimento, el profesor Nass mostró, por un breve instante, un par de triángulos rojos rodeados por dos, cuatro o seis rectángulos azules a sujetos que podían desempeñar muchas tareas a la vez y a otros que no (personas que no procuran hacer más que una cosa por vez). A continuación, volvió a mostrar la misma imagen, modificando en ocasiones la posición de los triángulos rojos.
Se indicó a los sujetos no prestar atención a los rectángulos azules y establecer si los triángulos rojos habían cambiado su posición. Lo que Nass halló fue que quienes no solían desempeñar varias tareas a la vez no tuvieron problema alguno con la tarea; las personas con capacidad para la multitarea, en cambio, tuvieron un resultado pobre: no podían pasar por alto los rectángulos azules y tampoco distinguir si se había modificado la posición de los rectángulos rojos. Esto significa que quienes pueden ejecutar diversas tareas a la vez no pueden filtrar y eliminar información no pertinente porque su atención se encuentra sobrecargada con tareas que no están ejecutando. En otras palabras, una persona capaz de desempeñar diversas tareas al mismo tiempo no puede distinguir información importante de información no importante, porque en realidad no sabe qué está haciendo en cada momento determinado.
La prueba más clara son las 2.600 muertes y los 33.000 heridos que según se estima resultan anualmente de accidentes provocados por conductores que hablan por teléfono móvil mientras conducen. La multitarea es una conducta compulsiva que en realidad produce una perturbación muy similar al Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH).
El médico psiquiatra Edward Hallowell denominó a este trastorno “rasgo de déficit de atención” para describir lo que les ocurre a quienes no pueden evitar realizar varias tareas a la vez. También sostiene que el modo en que se administran los entornos de trabajo modernos contribuye a este problema, por el cual personas que en condiciones normales logran altos rendimientos experimentan dificultades para organizar sus tareas, se distraen con facilidad y se abstraen. En promedio, los trabajadores modernos se ven interrumpidos por mensajes instantáneos, alertas que anuncian la llegada de un correo electrónico o llamadas telefónicas cada tres minutos. Se ha estimado que en el trabajo, se gasta del 25 por 100 al 50 por 100 del día recuperándose de las interrupciones y preguntándose: “¿En qué estaba?”. Una investigación llevada a cabo por Intel halló que los efectos de las interrupciones cuestan a esa empresa 1.000 millones de dólares al año en productividad perdida. La tecnología moderna puede atontarnos, literalmente.
Podemos elegir tomar conciencia de nuestras limitaciones y vivir dentro de esos límites. Eliminar esos factores de estrés aumenta el gozo de vivir y lleva a una reducción mayor del estrés. Como señala Klingberg: “Cuando establecemos nuestros límites y encontramos un equilibrio óptimo entre exigencia y capacidad cognitiva … no solo logramos una satisfacción profunda, sino que además desarrollamos la capacidad de nuestro cerebro al máximo”. Este proceso constituye un círculo de retroalimentación positivo, que también constituye una característica de los sistemas no lineales. Una parte fundamental de ese proceso reside en permanecer ocioso. (pàgs. 45-47)
Imaginemos ahora que correr hasta morir en un maratón es una versión abreviada de nuestra vida. Durante el maratón, cuando nos acercamos al límite de la capacidad de nuestro cuerpo para soportar el estrés, el cerebro no dejará de enviarnos advertencias. Los músculos se fatigan y empezamos a experimentar una necesidad incontenible de detenernos. Podemos sentirnos desorientados y sufrir fallas momentáneas de la conciencia.
Algunas personas pueden pasar por alto esas advertencias y seguir adelante hasta alcanzar un punto en el que ya no hay vuelta atrás. A lo largo de la vida, con menos intensidad pero no con menos insidia, el cerebro nos advierte una y otra vez que trabajamos demasiado. En el plazo de una vida, el estrés constante que resulta del exceso de trabajo aumenta el riesgo de depresión, enfermedad cardíaca, ataque cerebrovascular y ciertos tipos de cáncer: la lista es larga y horrenda.
No obstante, nos sentimos obligados a poner en riesgo nuestra salud a largo plazo para trabajar muchísimo en trabajos que no disfrutamos en particular, con el fin de comprar cosas que no deseamos demasiado: esto es lo que se conoce como capitalismo de libre mercado. Según políticos, directores ejecutivos de empresas y banqueros, se trata, además, de la forma de organización social más excelsa que los seres humanos han logrado. (pàg. 53)
El hecho de que la actividad anormal de la red neural por defecto (DMN) se encuentre vinculada con la enfermedad mental (Alzheimer, esquizofrenia …) ilustra su índole fundamental. No obstante, al igual que en el caso de la enfermedad de Alzheimer, la perturbación de la actividad de la red neural por defecto puede ser un síntoma antes que una causa. Entre ambos extremos del espectro (menor activación-alzheimer, hiperactividad-esquizofrenia) se sitúa el nivel óptimo de actividad de la red neural por defecto, que propicia nuestra sensación de bienestar, nuestra salud física y nuestra creatividad. (pàg. 75)
El cerebro humano, en realidad, busca la variación propia y se desarrolla gracias a ella. Con cada nueva experiencia, nuestro cerebro cambia de manera irreversible. Esos cambios se vuelven más profundos y estables si descansamos entre una y otra experiencia. Ese reposo permite que nuestro cerebro consolide lo que cabe de absorber y lo integre a nuestro sentido del yo, y dote de ese modo de significado a la experiencia. El proceso es diferente para cada experiencia y para cada persona. Las neurociencias están descubriendo que es esencial para este proceso dar tiempo a la red neural por defecto para activarse; para ello, es necesario que el cerebro esté en reposo. (pàg. 153)
Andrew J. Smart, El arte y la ciencia de no hacer nada. El piloto automático del cerebro, Clave Intelectual, segunda edición 2015