Nos hemos topado con una segunda forma de coraje de la verdad. Esta otra forma ya no es la valentía política, sino lo que podríamos llamar ironía socrática, una ironía consistente en hacer decir a la gente y hacerle reconocer poco a poco que lo que dicen saber, lo que creen saber, en realidad no lo saben. En este caso, la ironía socrática consiste en arriesgar, de parte de la gente, la ira, la irritación, la venganza y hasta el enjuiciamiento, para llevarla, a superar, a ocuparse de sí misma, de su alma y de la verdad. En el caso más simple, el de la valentía política, se trataba de oponer a una opinión, a un error, el coraje de decir la verdad. En el caso de la ironía socrática, se trata de deslizar, dentro de un saber que ellos no saben que saben, cierta forma de verdad que conducirá a los hombres a ocuparse de sí mismos.
Con el cinismo tenemos una tercera forma de coraje de la verdad (…) El coraje cínico de la verdad consiste en lograr que los individuos condenen, rechacen, menosprecien, insulten la manifestación misma de lo que admiten o pretenden admitir en el plano de los principios. Se trata de hacer frente a su ira presentándoles la imagen de aquello que, a la vez, ellos admiten y valoran como idea y rechazan y desprecian en su vida misma. Eso es el escándalo cínico. Luego de la valentía política, luego de la ironía socrática, tendríamos, si se quiere, el escándalo cínico.
En los dos primeros casos, el coraje de la verdad consiste en arriesgar la vida diciendo la verdad, arriesgar la vida para decir la verdad, arriesgar la vida porque se la dice. En el caso del escándalo cínico –esto me parece importante y merece retenerse-, se arriesga la vida, no simplemente al decir la verdad y para decirla, sino por la manera misma como se vive. (…) Expone su vida, no por sus discursos, sino por su vida misma.
En el escándalo cínico, la práctica cínica, planteó a la filosofía en la Antigüedad, y también en el cristianismo y el mundo moderno, la cuestión permanente, difícil, perpetuamente perturbadora, es la de la vida filosófica, el bíos philosophikós. Si retomamos el problema y el tema del cinismo a partir de la gran historia de la parrhesía y el decir veraz, podemos decir que, mientras toda la filosofía va a tender más a plantear la cuestión del decir veraz desde la perspectiva de las condiciones en que un enunciado puede reconocerse como verdadero, el cinismo, por su parte, es la forma de filosofía que no deja de hacer la pregunta. ¿cuál puede ser la forma de vida que sea tal que practique el decir veraz? (245-246)
Clase del 14 de marzo de 1984. Primera hora.
Michel Foucault, El coraje de la verdad, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires 2010