Las creencias son, por eso, el síntoma de que nuestras acciones están siempre apoyadas en falso, de que nunca contamos, para ellas, con un fundamento suficiente. En este minuto que compartimos, yo puedo escribir con relativa tranquilidad y el lector leerme con cierto sosiego porque creemos que seguiremos vivos cuando llegue el minuto siguiente. Sin esta creencia, es plausible pensar que ni yo podría seguir escribiendo ni el lector seguir leyéndome. Ahora bien, es fácil probar que esta creencia no se atiene a la experiencia. De mi experiencia de que estoy vivo en este instante no se sigue que lo es¬taré en el próximo. De mi experiencia de que estoy vivo en este instante sólo se sigue que estoy vivo en este instante. Por otra parte, esta creencia tampoco es una inferencia racional susceptible de justificación teórica. Si entiendo por experiencia no lo que meramente se da y me es actualmente presente, sino también el pasado que puedo recordar, entonces podré decir que, hasta donde yo recuerdo, todo minuto que he vivido ha tenido un minuto siguiente. Pero esto no aumenta la probabilidad de que este minuto que estoy viviendo tenga también su continuación en un minuto siguiente. Que un dado echado al tapete arroje durante seis tiradas el resultado "tres" no aumenta ni disminuye la posibilidad de que salga un tres en la próxima tirada. Que las cosas hayan sido de tal manera en el pasado no prueba en absoluto que tengan que seguir siendo así en el futuro. Yo, desde luego, espero que lo sean, pero mi esperanza no se apoya en la razón ni, en sentido estricto, tampoco en la experiencia.
José Luis Pardo,
fragmentos de una enciclopedia, facebook 11/09/2017