Normal 0 21 false false false ES X-NONE X-NONE /* Style Definitions */ table.MsoNormalTable {mso-style-name:"Tabla normal"; mso-tstyle-rowband-size:0; mso-tstyle-colband-size:0; mso-style-noshow:yes; mso-style-priority:99; mso-style-parent:""; mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt; mso-para-margin-top:0cm; mso-para-margin-right:0cm; mso-para-margin-bottom:8.0pt; mso-para-margin-left:0cm; line-height:107%; mso-pagination:widow-orphan; font-size:11.0pt; font-family:"Calibri",sans-serif; mso-ascii-font-family:Calibri; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-hansi-font-family:Calibri; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi; mso-fareast-language:EN-US;}
Cuando usted recorre la calle de una ciudad, parece saber automáticamente lo que ocurre sin tener que elaborar los detalles. Su cerebro elabora conjeturas acerca de lo que va viendo basándose en su modelo interno, construido a partir de años de experiencia de caminar por otras calles de la ciudad. Cada experiencia que posee aporta algo al modelo interno de su cerebro.En lugar de utilizar los sentidos para reconstruir a cada momento la realidad desde cero, usted compara la información sensorial con un modelo que el cerebro ya ha construido: lo actualiza, lo refina, lo corrige. Su cerebro tiene tanta experiencia en esa tarea que normalmente la lleva a cabo sin darse cuenta. Pero a veces, en ciertas condiciones, se puede ver cómo funciona el proceso.Coja una máscara de plástico de las que se llevan en Halloween. Ahora dele la vuelta hasta que tenga la parte hueca. Sabe que está hueca, pero a pesar de ello, a menudo no puede evitar ver la cara como si se proyectara hacia usted. Lo que experimenta no son los datos en bruto al llegar a nuestros ojos, sino su modelo interno, un modelo que durante toda su vida ha visto que las caras sobresalen. La ilusión de la máscara hueca revela la fuerza de las expectativas de lo que vemos. (71-73) Normal 0 21 false false false ES X-NONE X-NONE /* Style Definitions */ table.MsoNormalTable {mso-style-name:"Tabla normal"; mso-tstyle-rowband-size:0; mso-tstyle-colband-size:0; mso-style-noshow:yes; mso-style-priority:99; mso-style-parent:""; mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt; mso-para-margin-top:0cm; mso-para-margin-right:0cm; mso-para-margin-bottom:8.0pt; mso-para-margin-left:0cm; line-height:107%; mso-pagination:widow-orphan; font-size:11.0pt; font-family:"Calibri",sans-serif; mso-ascii-font-family:Calibri; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-hansi-font-family:Calibri; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi; mso-fareast-language:EN-US;} David Eagleman, El cerebro. Nuestra historia, Anagrama, Barcelona 2017