Escrito por Luis Roca Jusmet
¿Qué es lo que puede aportar hoy la filosofía a la medicina? Lo primero que hay que subrayar es que tanto la una como la otra se nombran de muchas maneras, por lo que hay que clarificar desde el principio de qué estamos hablando. Mi planteamiento de la filosofía no es metafísico sino crítico, por lo que no pretendo construir una teoría metafísica desde la que fundamentar la medicina o una determinada medicina. La filosofía como actividad crítica quiere pensar las cosas de otra manera que como ellas mismas se presentan. Sócrates, fundador de la filosofía, no es un nuevo sabio sino aquél que cuestiona el supuesto saber de su época, es decir las creencias sociales dominantes. Lo que puede por tanto aportar la filosofía es una problematización de los discursos de las diferentes medicinas existentes en nuestra sociedad, lo cual puede relativizar los diferentes planteamientos, ver si son o no son compatibles entre sí y en qué medida. Si la respuesta es positiva, pueden ser complementarias unas con respecto a las otras, o, en caso contrario, deben plantearse como opciones alternativas. En cualquier caso hay que evitar también el relativismo del
todo vale buscando criterios consistentes, a la vez racionales y empíricos, que cuestionen prejuicios encubiertos pero que dejan cada cosa en su lugar.
Mi definición de medicina es que es un conjunto de prácticas con eficacia curativa que se justifican a través de un determinado discurso. Esta eficacia curativa la defino de una manera operativa y por tanto cualquier práctica que se mantiene la tiene necesariamente. El antropólogo Lévi-Strauss definía la eficacia simbólica para describir la situación de una práctica que genera unos efectos por la confianza que la sostiene, aunque se derive exclusivamente de la fe que se tiene en ellos. En este sentido cualquier práctica que cure, independientemente de porqué, es en principio medicina. La medicina es históricamente una práctica social necesaria que se ha desarrollado de manera empírica y que a partir de esta experiencia ha ido elaborando un discurso teórico más o menos estructurado para fundamentarla. Es una construcción social que está relacionada con otras muchas prácticas sociales y que por ello no es independiente de ellas. Creo que aquí tendríamos que entrar en una aportación de la filosofía de la ciencia que es la noción de paradigma (entendido como la matriz conceptual de las que surgen los conceptos y las prácticas de cada discurso) para ver en qué se fundamenta cada discurso médico.
En el mundo occidental (y con él en todo el planeta a través de la globalización actual), domina una determinado paradigma, que es la medicina científico-tecnológica. Esta medicina tiene un carácter hegemónico pero no único, porque coexiste con otras prácticas médicas que dependiendo del lugar tienen un carácter más o menos marginal, pero siempre secundario con respecto a aquélla (exceptuando por supuesto sociedades tradicionales en las que todavía no domina la globalización). Esta medicina tiene relación en una primera etapa con la revolución científica que se da en Europa en los s. XVII-XVIII y con el dominio del sistema capitalista que se inicia en esta época. En una segunda época se corresponde con lo que se llama el capitalismo globalizador, que se inició en el siglo XX y se vuelve a desarrollar ahora a comienzos del siglo XXI. La historia de la medicina construida por la propia sociedad occidental tiene también, como casi todas las historias, algo de mítico. El mito es considerar a Hipócrates como su fundador, cuando Hipócrates tiene seguramente más que ver con las medicinas tradicionales, como la naturista o con otras modernas como la homeopatía. Pero la función que tiene este mito fundacional es que se utiliza a Hipócrates como Padre fundador que constituye un Orden médico que da a sus representantes una posición de poder y un estatus elitista. A partir de aquí se va constituyendo una medicina tradicional cuyo guía teórico era Galeno y que no tiene nada que ver con la medicina hegemónica de la actualidad pero a la que se le da artificialmente una continuidad. Por supuesto hay un proceso de transformación que va de la una a la otra pero quizás, al igual que en la ciencia moderna, acaba convirtiéndose en algo estructuralmente diferente.
En todo caso, pienso que en la constitución de la medicina científico-tecnológica hay que señalar los siguientes pasos fundamentales:1. La victoria teórica del mecanicismo y la matematización introducida por Galileo y sobre todo por Descartes en el siglo XVII, que se consolidará por Newton en el siglo XVIII. El alma siempre se había entendido como un principio vital y a partir de Descartes se identificará con la mente, sustancia pensante. La vida forma parte entonces de la sustancia extensa que es el cuerpo y se entenderá como producto de mecanismos específicos que operan en él. A partir de aquí hay toda una serie de estudios basados en la comprensión del cuerpo y de la enfermedad como mecanismos. El mecanicismo derrotó al vitalismo . De la matematización ha surgido el dominio de la estadística y de la cuantificación.2. El triunfo de la mirada anatómica de Bichat (s. XVIII-XIX). La comprensión de los tejidos del cuerpo como la base para la anatomía, la fisiología y la patología . La conclusión es que no hace falta una concepción orgánica de tipo global para entender la enfermedad sino un estudio individual de cada tejido. El cuerpo se descompone así en piezas y mecanismos que pueden ser estudiados aisladamente. Combinado con el descubrimiento de la anestesia en 1840, tiene como consecuencia una valoración progresiva de los cirujanos, cuya labor pasa de considerarse un trabajo subordinado al médico al de un especialista del cuerpo, que adquiere un estatus muy elevado. El cirujano no sólo repara sino que también sustituye o incluso transforma muchas veces, guiado exclusivamente por el deseo del paciente de mejorar su aspecto (cirugía estética).3. La formulación del paradigma cientificista de la Medicina moderna con Claude Bernard (s. XIX). Es el momento de constitución de la Medicina experimental: la medicina tenía que tener una base científica y ésta sólo se podía adquirir en el laboratorio como interacción de la fisiología, la patología y la farmacología. El hospital va adquiriendo el lugar central para la medicina y sus investigaciones.4. El entusiasmo despertado por la teoría de la enfermedad como infección a partir de las investigaciones de Pasteur (Francia) y Koch (Alemania) durante la segunda mitad del siglo XIX. Es la concepción de la enfermedad entendida desde la teoría microbiana de los gérmenes como agresores externos. Pero la consecuencia no deriva en un interés por la inmunología como teoría sobre las defensas naturales sino que es capitalizado por las empresas farmacéuticas para promocionar las vacunas y los antibióticos.5. El descubrimiento de la genética como predisposición interna a la enfermedad y el desarrollo de toda la investigación orientada a la adquisición de patentes y la creación de unas expectativas desmesuradas respecto a sus posibilidades .6. La invención de la enfermedad mental y la confianza en los fármacos como los medios adecuados para curarlas o paliar sus efectos. Este giro lleva a una medicalización progresiva de la sociedad en la medida en que cuestiones que hasta entonces se consideraban intrínsecas al ser humano (dolor, desánimo) pasan a ser consideradas formas de malestar que pueden ser tratadas médicamente (antidepresivos, estimulantes,...). Y la medicalización progresiva de la infancia al generalizar de manera indiscriminada diagnósticos como el de hiperactividad o déficit de la atención. Estamos aquí, por supuesto, con uno de los mayores negocios de las multinacionales farmacéuticas.
Éstos son unos aspectos, entre otros muchos, que creo que vale la pena destacar para ver un proceso que nos ha conducido a un determinado lugar, en el que nos encontramos hoy. Y de esta situación actual marcaría los siguientes aspectos:1. Desarrollo de una medicina tecnológica centrada en un espectacular desarrollo de la cirugía y la microcirugía . Este es el aspecto en el que hay que celebrar el éxito, siendo el único peligro su utilización injustificada (que la hay). Pero el avance tecnológico de la medicina ha supuesto la pérdida del arte de curar. 2. Proliferación progresiva de fármacos. Podemos considerar que algunos de estos fármacos juegan un papel positivo, que otros son discutibles (vacunas) y que unos terceros son negativos, que siguiendo el popular refrán es peor el remedio que la enfermedad. Los efectos negativos de los fármacos, vistos en su totalidad, son importantes, ya que la iatrogenia se convierte en una causa importante de enfermedad .3. Pérdida de la subjetividad del enfermo . En la medicina científico-tecnológica no hay un sujeto enfermo (con una biografía y una situación actual directamente relacionadas con la aparición de la enfermedad) sino enfermedades objetivas que se concretan en individuos (que sólo valen como ejemplos). Esto no sólo nos hace olvidar la singularidad del enfermo sino también el medio social que como tal puede generar las patologías (forma de vida, condiciones laborales, hábitat...). Esto lleva a una deshumanización de la medicina y también a una despolitización del tema de la salud, en el sentido que no nos preguntamos por el tipo de sociedad en que vivimos y cómo podría transformarse en una sociedad mejor.4. Instauración de la biopolítica como administración de la vida de los ciudadanos por parte del Estado a través de una medicalización progresiva de todos los ámbitos de la vida personal. Sistema universal de Salud (en algunos países). El Estado controla al ciudadano y sus hábitos , la salud es un tema político, se convierte en algo público . Las multinacionales farmacéuticas buscan un mercado cada vez más amplio hasta el punto de “inventarse” enfermedades para un determinado fármaco. Aquí hay muchas cuestiones para tratar, unas positivas pero la mayoría negativas.
Este proceso ha generado un malestar progresivo que lleva a son los sujetos enfermos a buscar alternativas frente a los límites y efectos negativos de la medicina científico-tecnológica. Esto ha provocado la aparición de medicinas que se han presentado como opción alternativa a esta medicina científico-tecnológica. Entre este amplio espectro creo que podemos recoger tres grandes grupos:1. Las medicinas tradicionales de otras civilizaciones (china, india,...)
2. Las medicinas occidentales marginadas por la hegemónica: naturista, homeopatía.3. La medicina cuántica, como intento de integrar las medicinas tradicionales y una medicina científica basada en nuevos conceptos científicos que supuestamente no integraría la medicina hegemónica (como la física cuántica). Tenemos pues el paradigma de la medicina convencional, el de la medicina china como muestra de las tradicionales, el de la homeopatía, el de la medicina naturista y el de la medicina cuántica. Y hay que añadir aquí otro paradigma que merece ser tratado que es el que aparece en el libro “La enfermedad como camino” Es un punto y aparte porque no es un discurso que fundamenta una práctica determinada pero si introduce una ontología de la enfermedad que tiene muchas implicaciones.
Aunque estamos en una sociedad dominada por el discurso médico cientificista, el carácter abierto y pluralista propio de nuestra época hace que éste coexista con otros que, no por no ser hegemónicos, tienen un carácter marginal. La noción de paradigma la formula un historiador de la ciencia, Thomas S. Khun, el año 1962 y produce un gran impacto entre los científicos y filósofos.1 Define el paradigma como “Una realización científica universalmente reconocida que, durante cierto tiempo, proporciona modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica. Se sitúa siempre en un contexto histórico y determina los criterios de clasificación, de las posibilidades y de las limitaciones de un campo de saber.” Siete años más tarde escribe una post-data (que aparece en las siguientes ediciones del libro) en la que formula una nueva definición de paradigma como “una matriz disciplinal que incluye unas generalizaciones simbólicas (principios teóricos), unas partes metafísicas (analogías, modelos implícitos, metáforas), unos valores y unos ejemplos compartidos. Esto quiere decir que en toda ciencia hay mezclados aspectos descriptivos y normativos, y por lo tanto siempre interpreta los hechos, nunca los muestra como un espejo. Señala también la inconmensurabilidad de los diferentes paradigmas, ya que parten de planteamientos básicos radicalmente diferentes. Cualquier intento de traducción es, por tanto, fallido. Posteriormente, el año 1987, matizará estas cuestiones. Khun insiste en que no se pueden definir los términos de una teoría con el vocabulario de la otra porque no hay una medida común. Pero que sean inconmensurables no quiere decir que no puedan compararse. Porque el hecho que los términos de una teoría con paradigma diferente no pueden traducirse a otra no quiere decir que no haya interpretación posible por alguien que domine los dos lenguajes. Es cuestión de entender lo que cada cual quiere decir en su teoría, a través de sus conceptos y compararlo con lo que dice el otro, ya que la referencia es común. Es decir, aunque el significado de enfermedad sea diferente para un homeópata, para un médico cientificista y para un acupuntor, hay un referente común, ya que los tres piensan y hablan sobre el mismo proceso que le está pasando a una persona. A partir de esta interpretación de lo que dice el otro, aunque no sea posible la traducción puede serlo el diálogo.
En segundo lugar utilizaré también la noción de modelo, tal como la presenta el antropólogo François Faplantine, en un estudio etnológico muy riguroso que publicó en Francia el año 1981 sobre los sistemas de representaciones etiológicas y terapéuticas en la sociedad occidental contemporánea. Lo hará a partir de fuentes históricas, entrevistas a médicos y pacientes y del estudio de la literatura médica dirigida al gran público y de textos literarios en los que aparece la enfermedad de forma significativa. Faplantine define el modelo como una construcción teórica que interpreta (de manera consciente o no-consciente, implícita o explícita) la enfermedad y la curación. El término modelo es más restringido que el de paradigma, por lo que consideraré que el segundo tiene un sentido más amplio que el primero. Se trata por tanto de comparar los paradigmas y modelos (para lo cual es interesante considerar las metáforas utilizadas) dejando claro que dos modelos diferentes son sólo relativamente contradictorios si comparten un paradigma común que posibilita un lenguaje común. Pero si los paradigmas son diferentes entonces son absolutamente contradictorios, por lo menos a nivel teórico, ya que no hay un lenguaje común y por lo tanto son inconmensurables.Los discursos que consideraré son el oficial- cientificista, el homeopático, el de la medicina tradicional china y el de la llamada medicina cuántica. El paradigma de la medicina cientificista se basa en una antropología materialista-mecanicista, un método hipotético-deductivo y analítico, un modelo ontológico y negativo de la enfermedad y un modelo de intervención alopático. Como referencia utilizaremos el artículo anterior. El hombre es visto como un cuerpo material, es decir que ocupa un espacio (anatomía) que desarrolla unas funciones mecánicas (fisiología). El dualismo cartesiano, que consideraba que el hombre era un alma (mente) y un cuerpo se va reduciendo a una concepción monista en la que la mente pasa a sustituirse por el cerebro y todo queda por tanto reducido a una sustancia física. El método es científico, es decir hipotético-deductivo, lo cual quiere decir que siguiendo a Galileo se plantea una hipótesis que tiene unas consecuencias que deben ser contrastadas con diferentes experimentos en un laboratorio. Es analítico porque se analiza cada pieza y mecanismo del cuerpo de la manera más precisa, independientemente del resto del cuerpo. El modelo de la causa de la enfermedad es a la vez endógeno (causa interna) y exógeno (causa externa), pero sobre una misma concepción; la patología está provocada por una lesión orgánica o un mal funcionamiento de un mecanismo (que puede deberse a una deficiencia genética o accidental ) o a una agresión externa (biológica, química o física) La enfermedad es una entidad que existe como tal, es maléfica y debe ser combatida por todos los medios, a nivel de causas si es posible y sino a nivel de síntomas. Pasemos ahora al paradigma homeopático, para el que tomaremos como referencia a George Vithoulkas, un autor reconocido ampliamente por los homeópatas. Lo que constatamos de entrada es que el paradigma homeopático se basa en una antropología vitalista de tipo espiritualista, un modelo empírico inductivo y sintético, un modelo relacional y ambivalente de la enfermedad y un modelo de intervención homeopático. La concepción vitalista es dualista y podemos remontarla en la historia de nuestra cultura a Platón7: el hombre es dual, tiene una parte inmortal, indivisible e inmaterial (alma) y otra parte mortal, divisible y material (cuerpo). El alma es el principio de la vida y esto quiere decir que es el que informa al cuerpo dándole vida y que la diferencia entre un cuerpo vivo y otro muerto es la presencia o ausencia de alma. El alma humana, siguiendo a Vithoulkas, es inteligente y es la fuerza vital que construye armónicamente el cuerpo, fluye a través de ésta, no es material y puede estar sana o enferma. Los síntomas son procesos defensivos del cuerpo para equilibrar esta desarmonía interna del principio vital, que desequilibra todo el conjunto y son útiles además porque nos hacen ver esta desarmonía profunda. El proceso maléfico va del exterior al interior, de abajo a arriba, lo cual conduciría finalmente a afectar los órganos vitales y, en último término, al cerebro. El proceso defensivo va del interior al exterior y de arriba hacia abajo y éste es positivo, una de cuyas manifestaciones es lo que los homeópatas llaman una crisis curativa, que lleva a un empeoramiento coyuntural de estado del paciente para fortalecer la fuerza vital: los síntomas van desapareciendo en el orden inverso de su aparición. El método de investigación homeopático es empírico e inductivo, se van probando remedios y una vez comprobamos su eficacia lo generalizamos hasta formular un principio universal. La enfermedad no es una entidad real sino el nombre que damos a un desequilibro. La concepción es sintética porque lo que hay son enfermos, entendido en toda su globalidad, y no enfermedades, que no son sino el nombre que damos a los desequilibrios concretos de cada persona enferma, cuyo trastorno es siempre dinámico. El remedio homeopático no es material sino energético, responde a una vibración que genera una resonancia producida por la misma sustancia que produce la alteración, ya que partimos del efecto del semejante y no del contrario. Igualmente los efectos serán más grandes cuanto más pequeña sea la dosis, por lo cual es más potente un remedio energético no material que otro que sí lo sea. Finalmente pasaremos, antes de entrar en la comparación, al paradigma de la Medicina Tradicional China. A diferencia de las dos anteriores no forma parte de una misma cultura, no tiene unos orígenes comunes (que se remontarían a Hipócrates) ni son relativamente modernas. La anterior tiene un carácter milenario, responde a una cultura y a una lengua radicalmente diferentes. Hay aquí una diferencia de vocabulario que tiene implicaciones conceptuales, cosa que no ocurre entre la medicina cientificista y la homeopática, que tienen un lenguaje común. La antropología que está en la base de la medicina china no es dualista pero tampoco monista en el sentido de la ciencia actual. No es espiritualista pero tampoco materialista, el hombre es visto como una unidad de shen (de difícil traducción, tiene que ver con la actitud y la conciencia), jing (similar a lo material pero diferente) y el qi (principio vital). Es vitalista y no mecanicista. No hay una ontología de la enfermedad, es relacional porque es un desequilibrio, por lo que hay enfermos y no enfermedades. El método es empírico e inductivo. El modelo causal puede ser endógeno (un desequilibrio interno) o exógeno (provocado por la alimentación o las energías perturbadoras: calor, frío, humedad, sequedad...). Si comparamos los tres paradigmas hay tres opciones posibles a considerar. Una es que son tres paradigmas incompatibles y por tanto inconmensurables. Otra es que algunos de estos paradigmas son compatibles y otros incompatibles y una tercera que son compatibles. Considerar los tres como incompatibles sería la conclusión literal porque los modelos son diferentes. Ahora bien, creo que los modelos de la homeopatía y de la medicina tradicional china pueden ser compatibles aunque sean diferentes. Sería un tema a desarrollar. En cambio ambos me parecen incompatibles a nivel teórico con la medicina cientificista. Hacerlos compatibles a nivel práctico se puede hacer desde varias opciones. Una sería la teoría ficcionalista, que plantea que cualquier teoría es un modelo convencional que no se corresponde con la realidad pero que tiene que valorarse por sus resultados empíricos. Es una teoría relativista que niega la posibilidad de llegar a la verdad, por lo cual los tres serían tres ficciones aceptables si funcionan. Otra opción es reducir una práctica médica al discurso de la otra. Por ejemplo es lo que hace la medicina cientificista cuando dice que la acupuntura funciona por razones científicas diferentes de las que plantea la medicina china (hormonas, terminaciones nerviosas) y que la homeopatía lo hace por la sugestión del efecto placebo. Estas dos opciones las descarto porque creo que hay que mantener la noción de verdad y que sólo puede entenderse una práctica médica desde el discurso que la sostiene. Quedan entonces dos opciones. O considerar que cada discurso es parcial y por tanto que hay que relativizar su paradigma, que es sólo aproximativo. En este sentido podríamos decir que hay un nivel espiritual que trata la homeopatía, otro energético que trata la acupuntura y uno físico-químico que trata la medicina cientificista. Pero es evidente que esta relativización da la hegemonía a la homeopatía, mientras que aceptar un nivel energético (que sería el de la homeopatía y el de la medicina china) y un nivel físico-químico) sería un paradigma que cuestionaría sobre todo el de la medicina cientificista, que es el que se pretende exclusivo y tiene por tanto el carácter más totalitario. El problema queda abierto porque el único intento que se ha hecho de buscar un paradigma integrador de todos los anteriores, que es la medicina cuántica, me parece fallido. Su pretensión es muy ambiciosa, ya que intenta integrar en un nuevo paradigma la sabiduría tradicional espiritualista con la nueva ciencia einsteniana y cuántica. Me parece excesivamente sincrético y mezcla líneas de pensamiento totalmente diferentes en un eclecticismo muy a la New Age que me parece poco consistente y riguroso. Esto al margen de que la doctora Nogués plantee cuestiones teóricas y prácticas muy interesantes, que me consta que lo hace. Como ejemplo: la concepción de energía de Einstein es una concepción matemática plenamente inscrita en la física científica y no tiene nada que ver con la energía entendida como principio vital de las otras medicinas. De hecho Wilheim Reich, que fue el que intentó hacer esta analogía, recibió un rechazo completo por parte de Einstein, que lo consideraba especulativo y poco científico. Es decir, que hay paradigmas diferentes entre la medicina cientificista, por un lado, y el de la homeopática y la china, por otro. Que estas dos presentan modelos diferentes pero podríamos realizar un paradigma común. Respecto a la llamada medicina cuántica plantea cuestiones interesantes pero falla en su proyecto de realizar un paradigma integrador.
Mis conclusiones son las siguientes: Cada una de estas medicinas tiene que tener unas instituciones formativas independientes de las otras y no tiene sentido plantear, como se hace, que la homeopatía o la medicina china sean especializaciones de la medicina cientificista. Otra cosa es que los que se forman en homeopatía o medicina china deben conocer lo que la ciencia dice a nivel de anatomía o fisiología como un elemento complementario. A nivel práctico se puede combinar pero siempre trabajando con paradigmas diferentes que, para hacerlos compatibles, tienen que considerarse parciales, incompletos (sin llegar a la teoría ficcionalista). Queda abierto el diálogo y la posibilidad de buscar un paradigma integrador pero seguramente es más probable que todas estas medicinas puedan resultar compatibles por la vía de la aceptación de su carácter parcial y, por tanto, incompleto.