Escrita por Luis Roca Jusmet
Oir la palabra corrupción política me produce actulmente un cierto malestar. Esto ocurre por varias razones. La primera porque la palabra me suena mal, me recuerda un lenguaje moralista en el peor sentido del término. Esta no e simportante, es solo estética. La segunda porque se ha transformado en un tópico que impide análisis más precisos. La tercera porque forma parte de un discurso que desacredita a todos los políticos. La segunda y la tercera me parecen importantes por sus efectos políticos negativos.
De entrada, cuando hablamos de corrupción política entendemos que los políticos se aprovechan por interés del erario público. Esto puede pasar de tres maneras : robando directamente, a través de dietas o servicios ficticios o cobrando comisiones de empresas a las que se adjufica un servicio. Pero también entendemos el amiguismo y el clientelismo, es decir el dar cargos o servicios a gente que forma parte del circulo personal o del partido. Finalmente podríamos diferenciar entre el destino del dinero, que es el partido o el propio bolsillo. ¿ Es todo lo mismo ? Creo que no. Podemos diferenciar entre lo que tiene que ver con el partido y lo que forma parte de los intereses personales.
Todo lo que tiene que ver con el partido es un problema político y no moral. Tiene que ver con la financiación de los partidos políticos y, más allá, con la función de los partidos en la sociedad democrática. El dinero va a parar a las campañas, a los gastos de infraestructura y personal y a los liberados del partido. La pregunta es radical ¿ Deben existir los partdios políticos ? Creo que sí. La democracia directa me parece inviable y tampoco debe ser idealizada. Permite igualmente manipulación de diversos tipos. Pero los partidos políticos no deben entenderse como empresas ni las elecciones como una campaña publicitaria. Yo prohibiría directamente la publicidad de partidos en las elecciones. Pienso que todos los partidos deberían tener un espacio y un tiempo para explicar sus programas, no para publicidad. La propaganda va dirigida a consumidores para manipular y no a ciudadanos con criterio que deben decidir. Debería eliminarse la propaganda publicitaria de las calles, que es la que cuesta dinero. Únicamente míntines y debates públicos. Debería ser la línea. Los partidos políticos deberían ser austeros en sus infreestructuras. Deberían financiarse con la cuota de los militantes. Ni siquiera con financiación pública. Evidentemente no pueden prohibirse las aportaciones privadas pero deberían ser públicas. Claro que los partidos de derecha tendrían más recursos porque tendrían más "aportaciones" ( que nunca deben ser opacas) pero si eliminamos la publicidad no sería tan importante. Los partidos de izquierda, por otra parte, se supone que están implantados en los barrios populares y allí están las mayorías. Este es su trabajo. la ley debe ser intransigente y explícita en contra de los casos de corrupción política que vayan a los partidos, sean por la vía que sea. Los responsables deben ser juzgados y penalizados sin reservas.
Otra cuestión importante es que los liberados políticos deben ser pocos y evitar la profesionalización de la política. Los cargos y parlamentarios deberían tner un máximo de dos mandatos. La cuestión de las dietas debe ser absolutamente justificada con facturas y no precisamente en hoteles y restaurantes de lujo. Eliminar complementos vitalicios. Los sueldos, eso sí, deben ser los que corresponden a la responsabilidad asumida. Eliminar todos los cargos innecesarios. A nivel de instituciones las funciones técnicas deben realizarla funcionarios cualificados. Eliminar los asesores y los cargos políticos para asumir tareas técnicas. La política debe entenderse más como un compromiso ciudadano temporal que como una profesión. Esto debería suceder con los partidos, que deberían eliminar sus estructuras formalmente democráticas pero realmente oligárquicas. Igualmente debería darse a los políticos elegidos la capacidad de decidir en función de los electores y no del partido. Las listas deben ser abiertas. No porque votemos a personas y no a partidos, sino porque votamos a programas que defienden personas que están en una lista electoral vinvulada a un partido.
Si hablamos de personas que utilizan sus cargos para quedarse dinero ( directamente, con comisiones...) entonces estamos en un caso directamente penal. Estas personas deben tratarse como delincuentes y aplicarles la ley, sin reservas. hay un imperativo moral, por supuesto, porque no creo que desde ningún sistema moral, que finalmente son las obligaciones con respecto al otro, se puede justificar. Pero la transparencia, las auditorias y las leyes y su aplicación son las que deben evitarlo.
El último punto al que me refería es la de desacreditar la política por lo que hacen algunos políticos. A pesar de que pueda decir gente como Jacques Rancière, que hace análisis muy radicales e intereantes sobre la política como algo al margen d elos políticos ( a los que califica de policías) creo que debemos entender por política lo que hacen, básicamente los políticos. A pesar de otros análisis igualmente sugerentes como los de Castoriadis creo que la democracia debe entenderse más como un procedimiento que como un régimen. Estaría bien llegar a este estado de autogestión colectiva que defiende y lo podemos usar como ideal, pero de momento hay que ser más posibilista y centrarse en los procedimientos. El trabajo del político hay que defenderlo ( aunque no incondicionalmente ) mientras no tengamos nada mejor. La única alternativa real que hay hoy a la democracia existente ( que puede y ser mejorada, y en este sentido movimientos como el 15-M son positivos) son los populismos de extrema derecha, es decir los Estados autoritarios.
De lo que se trata, en definitiva, es de definir de manera precisa lo que son delitos políticos y de prevenirlos y sancionarlos en caso de que no se puedan evitar. No es la moral sino la política la que debe garantizarlo.