El viento que agita la cebada es, de entrada, una película de compromiso político, como todas o casi todas las de Kean Loach. Cine de denuncia que quiere dar la voz a las víctimas. En este caso a los irlandeses en su lucha por la independencia de Gran Bretaña.
La película me ha abierto varias reflexiones. De entrada que lo que muestra la película nada tiene que ver con lo que pasa o pasaba en la misma época en Cataluña o en el País Vasco. En el caso de Irlanda hay una ocupación que se manifiesta a través de un dominio político, militar y económico. Las clases dominantes en Irlanda son, sobre todo, los ingleses que han llegado de fuera. En Cataluña y en el País Vasco, en cambio, está claro que las clases económicamente dominantes son catalanes y vascos. Son los inmigrantes pobres de otras zonas de España los que vienen a trabajar a Cataluña. Los irlandeses viven empobrecidos y en un estado de humillación permanente por las tropas británicas. Esto es, por lo menos, lo que presenta la película.
Llama la atención, de todas maneras, que la libertad que querían los irlandeses se traduzca después en una sociedad totalmente represiva por la Iglesia católica. Lo muestran otras películas, ya que hablamos de cine, como
Las hermanas de Magdalena, donde observamos horrorizados el estado de semiesclavitud en el viven jóvenes irlandesas denunciadas por inmorales o simplemente violadas, hasta finales del Siglo XX. Esto nos da que pensar que la libertad de un país no depende de la independencia del que le domina únicamente, sino básicamente del modelo de sociedad que lo estructura. Estas miles de jóvenes, muertas en vida por la Iglesia y sus propias familias, poca libertad encontraron en la Irlanda libre.
Pero lo que más me interesa es la descripción que hace de los dos hermanos protagonistas: representan dos posiciones sobre las que merece la pena pensar. El hermano mayor está absolutamente identificado con un Ideal nacionalista. Lo único que le importa es la independencia de Irlanda.Obedece ciegamente a su líder . Por la Causa mata y si hace falta muere. No hay matices. Este tipo de idealismo es el que Amaryrta Sen llamaba la identidad única, que conduce al fanatismo y a la violencia.Es lo que Claude Lefort analiza brillantemente como el totalitarismo : identificación entre pueblo, partido y líder. A partir de aquí todo se justifica. Los enemigos del líder son los enemigos del partido y los enemigos del pueblo. No merecen vivir.
El hermano pequeño es diferente. Quiere vivir, tiene un proyecto personal propia. Pero es un imperativo moral el que le lleva a la lucha. En un momento mata a un pobre chico, pero lo hace con dolor y lleno de dudas, sabe que siempre cargará con esta muerte. Este acto terrible le interpela siempre su conciencia. Se pregunta si el objetivo por el que lucha merece tanto sacrificio, tantas muertes. Sus dudas le atormentan. No acepta una solución a medias porque sabe que solo la lucha por una sociedad mejor, por una Irlanda no solo independiente sino también socialista, hará que tanto dolor tenga sentido. Como él mismo dice, no quería entrar en la lucha armada pero una vez que lo hace debe continuar hasta el final. Y lo hace, con unas consecuencias trágicas. Es un kantiano, su imperativo categórico ( el deber ) le hace renunciar a sus deseos y sentimientos. Pero es mucho más humana la moral kantiana que no el Ideal político absoluto, raíz del totalitarismo.
Es una película con una gran fuerza expresiva, con grandes actores y un muy buen director, que presenta además, como he querido mostrar, múltiples planos de interés.