Escrito por Luis Roca Jusmet
El horrible descubrimiento en un gimnasio de Bilbao de una mujer torturada hasta casi la muerte por un supuesto
Maestro de Kung Fu y Monje Budista introducen en el imaginario colectivo una serie de asociaciones confusas que me gustaría clarificar.
Existe un movimiento psdeudoespitualista en nuestro país especialmente nefasto. Este movimiento es el resultado de la influencia de una serie de un movimiento que podemos llamar, para entendernos, la Nueva Era, pero que tiene raíces más antiguas. La Nueva Era es justamente la trivializaxión y mercantilización de lo que podríamos llamar, para simplificar, la influencia de la "contracultura" hippie.Todo esto mezclado con la tradición propia de videntes, tarotistas, etc. El resultado es un mercado que mueve mucho dinero con supuestos expetros que no tienen ninguna otra garantía que lo que dicen de sí mismos y la clientela que los respalda. Dentro de este mercado el orientalismo se ofrece como fórmula pseudoespiritualista. Yo lo dijo Chesterson : "Cuando dejemos de creer en Dios creeremos en cualquier cosa." Con la serie Kung Fu se relacionan las artes marciales chinas con el budismo y adquiere un aire psuedoespiritualista.
Lo mismo ocurre con el tai chi. En realidad el kung fu como arte marcial no existe. Kung fu quiere decir trabajo bien hecho en chino. En la república Popular China unifican todas las artes marciales dándole un aire más deportivo y lo convierten en Wu shu, que quiere reconocimiento olímpico como el taewkondo, el kárate o el judo. En realidad hay muchas artes marciales chinas tradicionales ( wing chung, choy li fut) mucho más completas que las más convencionales olímpicos. Pero en realidad las artes marciales son deportes de combate envueltas en una retórica pseudoespiritualista. Esto pasa sobre todo con el tai chi chuan, un arte marcial que se presenta como un camino espiritual. Lo único cierto es que las arte marciales proceden de un concepto más integral del cuerpo que el que arrastramos con nuestro dualismo occidental.
Lo cierto es que, como dice el refrán " a río revuelto, ganancia de pescadores". Toda esta mezcla pseudoespiritualista de orientalismo y kung fu, sin una regulación clara de las titulaciones favorece la aparición de fantasmas como Juan Carlos Aguilar. Ahora bien, solo podía convencer a gente mal informada como Eduardo Punset o los incautos que fueron a su gimnasio, porque nadie en el mundo serio de las artes marciales chinas se creyó nada de lo que decía.
la última cuestión es, una vez más, la relación de las artes marciales con la violencia. Las artes marciales son deportes de combate o sistemas de autodefensa, no incitan a la violencia, a menos que algún instructor sea violento. Puede haber más violencia en un partido de fútbol que en un combate de artes marciales, si se respeta mínimamente las regla ética que les acompaña. Esta regla ética es la de respeto del adversario y de las normas de un combate reglamentado. la violencia queda fuera. Esto sin tener en cuenta que la conducta de Aguilar no era la de un hombre violento sino la de un perturbado. Que no por ello no ha considerarse completamente responsable de lo que hacía, si era consciente de sus actos y sus consecuencias.
Estaría bien, de todas maneras, que cualquiera que se presenta con unas credenciales pudiera garantizar lo que dice. También que todas estas actividades estuvieran mínimamente regulada. Con mentalidad abierta, desde luego, pero también rigurosa.
Otras preguntas quedan abiertas, como la de entender, que nadie lo entiende, cual es el mecanismo mental del sádico y de los asesinos múltiples. Y también los oscuros arquetipos del imaginario social que todavía hacen pervivir el odio masculino a la mujer y la ambivalencia ( atracción-repulsión) hacia la prostituta.