Todo lo que era sólidoAntonio Muñoz MolinaBarcelona : Seix Barral, 2013
Escrito por Luis Roca Jusmet
Mi amigo José Luis Moreno Pestaña, que tiene un buen criterio, escribió en su blog una elogiosa reseña del libro que me ocupa. Curiosamente estaba leyendo un libro coordinado por Guillem Martínez en el que éste criticaba lo que llama la CT (Cultura de la Transición) y dentro de ella a Antonio Muñoz Molina como uno de sus más insignes representantes. Dice, por ejemplo, que Arturo Pérez Reverte y Catlos Ruíz Zafón han conseguido la fama por el mercado, mientras que Muñoz Molina y Javier Cercas lo han conseguido por la promoción d elas instituciones de la CT. En otro artículo Guillem Martínez ironiza el que ahora Antonio Muñoz Molina escriba un libro tan radicalmente crítico con lo que ha ocurrido en nuestro país desde la Transición hasta la actualidad. Sería para él una especie de oportunismo cínico.Al empezar el artículo Antonio Muñoz Molina recibe Premio Príncipe de Asturias de las Letras por "su compromiso intelctual". En todo caso lo que confirma el premio es, una vez más, lo bien tratado que sigue estando por las instituciones de este país. En todo caso en el libro no recuerdo ninguna crrítica a la institución monárquica. La verdad es que yo no voy a entrar en la polémica sobre el valor porque no soy un gran aficionado a a las novelas y no puedo opinar sobre la crítica mordaz de Guillem Martínez. Seguramente tiene parte de razón, pero quizás lo que han tenido los cuatro novelistas que cita son méritos propios y apoyo de las grandes editoriales que los publican, que no es poco. Me reservo también por falta de elementos mi opinión moral sobre el escritor. El libro, en todo caso, está bien escrito y es interesante por diversos motivos.
Uno es porque es el reflejo biográfico de una generación. Esta generación que es también la mía. De los que nacimos entre los 50 y los 60. Muchos compartimos este proceso de vivir en la adolescencia el final del franquismo, del compromiso juvenil con los grupos de izquierda y la vivencia de la transformación radical de la sociedad española desde la Transición. Es cierto que el mismo Muñoz Molina ha sido un privilegiado en este proceso ( no es mi caso) y que ha conseguido entrar en las élites culturales de lo que Guillem Martínez llama la CT ( y que con razón crítica). Pero esta posición le permite también haber vivido en primera persona muchos de los procesos y de las lógicas que critica. Pasemos entonces a lo que me interesa. Se trata de lo que aporta como diagnóstico y como remedio de la patología de la sociedad española. Su diagnóstico de su “enfermedad actual” de la sociedad española es que estamos pagando nuestros excesos pasados. Estros excesos serían los propios del nuevo rico. Este “nuevo rico” lo podemos caracterizar a dos niveles: los políticos y la sociedad en general. La responsabilidad de los políticos es, por supuesto, la fundamental. La manera como Muñoz Molina caracteriza a las élites políticas de todos estos años es durísima. Quizás en algún momento pueda incluso pasarse y esto podría ser, más que nada, una concesión oportunista a la galería. ¿Qué quiero decir con pasarse? Por una parte que generaliza demasiado y por otra no matiza y cae en el trazo grueso. De todas maneras está bien lo que dice, que es que hemos estado gobernados mayoritariamente por unos políticos incompetentes, irresponsables y oportunistas. Pero hay que evitar, y aquí veo el peligro, convertir a los políticos en el chivo expiatorio del problema, porque así no vemos el conjunto y esto puede llevar a no identificar bien los enemigos . El problema, pienso yo, tiene una dimensión global.
Hay que decir un nombre que en ningún momento Muñoz Molina dice : capitalismo. También se puede abusar de la palabra, ciertamente. Pero todo lo que explica el autor del libro hay que enmarcarlo en la estructura global del capitalismo, su lógica y la fase en que nos encontramos. Esto marca la dimensión política de la cuestión, que es estructural y no únicamente institucional. La cuestión no es solo, como marca Muñoz Molina, el funcionamiento de las instituciones, la competencia de los funcionarios y políticos y la calidad moral de estos últimos. Estamos en un sistema capitalista mundial, con una política económica neoliberal que ha llevado a una sociedad de consumidores basada en el crédito y que no ha regulado un proceso complejo de finaciarización de la economía. La lógica del sistema necesitaba estos consumidores, con mentalidad de nuevo rico, que critica Muñoz Molina. Tanto a nivel público como privado, aunque evidentemente las responsabilidades son diferentes. Todos gastaban más de lo que tenían, dice. El famosos " vivir por encima de nuestras posibilidades". La sociedad de consumo, que en los años 60 criticaba Marcuse refiriéndose a los países capitales avanzados, ha llegado aquí con características propias. Es escandaloso lo que explica Muñoz Molina, ciertamente.El dinero que se ha tirado desde las instituciones por unos políticos que nadie controlaba y que pensaba que los dineros públicos eran un pozo sin fondo y que nos ha llevado al endeudamiento que tenemos. Pero había gente, por ejemplo el economista José Manuel Naredo, que desde el principio ya lo denunciaba. ¿ Lo apoyó Antonio Muñoz Molina ? ¿ o prefirió estar en los círculos de poder que ahora critica ? . Muñoz Molina critica el sectarismo de los grandes partidos políticos, que se atacan de manera irresponsable. Pero en aquella época también José Manuel Naredo pedía " una oposición que se oponga." El problema no era el conflicto político entre izquierda y derecha sino el simulacro de conflicto. Los dos grandes partidos, PP y PSOE, se atacaban ( y atacan ) sin piedad cuando en las cuestiones fundamentales se han puesto de acuerdo. Por lo menos en las políticas y económicas. ¿ Porque no denunciaba Muñoz Molina todo lo que denuncia ahora, que queda bien la denuncia ? ¿ No era un compañero de viaje mimado por el PSOE ? Reconozo que me produce una cierta indignación el tono crítico con el que nos habla a los ciudadanos porque al final pienso : " Pero tío, yo no he recibido nada de todo este sistema de privilegios y despilfarro del que hablas, mientras tú sí has recibido mucho. Yo nunca he estado en estas élites, mientras tú sí lo has estado y sigues estándolo.Esto no quita interés a las informaciones que no da, que confirma lo que ya desde hace mucho sabemos. ¿ Desde cuando hace falta esta rebelión cívica que ahora defiende ? Esta bien que ahora la defienda, por supuesto, pero corre el peligro de convertirse en un puro gesto moral, que también debe serlo. El tono concreto, preciso de la denuncia de Muñoz Molina es últil para cualquier ciudadano cróitico, desde luego. Su actitud firme de que hay que cambiar las cosas, no quedarse en la mera denuncia, también es positivo. Hay que cambiar los valores y de planteamientos. Pero no solo esto, el cambio no puede ser solo moral. ¿ Y los políticos ? Hay que pensar la política de otra manera, no dar una reprimenda a los políticos para que desde hoy sean más buenos. Muñoz Molina tiene una mirada afirmativa y una actitud de apoyo hacia el movimiento del 15-M e incluso nos confiesa que sus hijos forman parate de él. Me ha gustado, de todas maneras, su descripción de como hemos pasado de una sociedad demasiado sólida ( por su rigidez) a una excesivamente líquida. Y en muy poco tiempo. Como esto ha producido un desarraigo cultural importante. También es sugerente la manera como contrasta su origen rural con las experiencias urbanas posteriores en Madrid, New York y Amsterdam.El libro nos conduce a una reflexión necesaria sobre lo que ha pasado en este país en pocas generaciones. No en una como dice, no exageremos. Si seguimos el buen criterio de Ortega y Gasset una generación son 15 años. Muñoz Molina y yo pertenecemos a los que vamos hacia los sesenta. De os 45 a los 60, dice Ortega, tenemos a la generación en el poder. La generación de los 30 a los 45 es la que nos sucederá. Veremos, pero en todo caso no será únicamente con el rearme moral, que también hace falta. También he de decir que Muñoz Molina no creo que centre bien las cuestiones centrales que critica ( aparte, claro, de la cultura del pelotazo y la mentalidad de nuevo rico) : el revanchismo al volver a la memoria histórica de la Guerra Civil, el terrorismo o la división introducida por alas autonomías. Son tres cuestiones que no creo que sean las fundamentales y menos en los términos en que las plantea Muñoz Molina, muy simplistas. Tiene razón, en el último punto, que en lugar de buscar lo común se ha potenciado lo que Freud llamaba "el narcisismo de las pequeñas diferencias". Se ha potenciado artificialmente las diferencias en algunos casos, pero en otros había un movimiento reivindicativo que defendió unos elementos diferenciales reales reprimidos por el franquismo. El porqué hemos llegado hoy al desencuentro existente es responsabilidad compartida por muchos d ellos agentes que han intervenido. No podemos simplificar la cuestión.El libro es, en definitiva, interesante como testimonio de lo que ha sido este país desde la muerte de Franco hasta el presente. Las experiencias directas que expresa son valiosas y tienen un valor como testimonio personal.