La identidad errante Gillad Atzmon
( Traducción de Beatriz Morales Bastos)
Ediciones del oriente y del mediterráneo
Escrito por Luis Roca Jusmet
La verdad es que el tema del judaísmo nunca me ha apasionado. Pero sí me interesa mucho el tema de las identidades culturales. Y de reconocer que más de una vez me he preguntado como se definía la identidad cultural de un judío. Gerald Bauman, en su extraordinario libro
El enigma del multiculturalismo considera que la identidad cultural es una ficción que se sustenta en la religión, la nación o la etnia. Todas ellas son, para decirlo con Benedict Anderson,
comunidades imaginadas. Está claro que la identidad judía no viene de la religión ( se puede ser un judío ateo) ni de la nación ( la diáspora judía). La palabra
etnia sería la más adecuada, aunque resulta un poco extraño porque normalmente su utiliza para referirse a tribus desarraigadas o errantes. La palabra tribu no deja de ser expresión de un cierto racismo cultural porque resuena a primitivismo. Pero el judaísmo, a pesar de todo el antisemtismo del que se quiera hablar, se vincula en nuestro imaginario colectivo a civilización.
Ahora bien, cuando empiezas el libro en seguida te engancha y lo hace por varias razones. Una es porque su autor se define como un ex-judío, expresión muy poco frecuente, por no decir insólita. Gillas Atzmon, hay que reconocerlo, es todo un personaje, y muy peculiar. Nacido en Tel Aviv en 1963 tiene actualmente nacionalidad británica. Saxofonista de jazz muy reconocido, activista político y escrito. Escritor también polifacético porque es ensayista y novelista. Este libro es una crítica absolutamente radical a la noción misma de judaísmo. Sin concesiones, llegando incluso a cuestionar el tabú del Holocausto. ¿ Porqué – se pregunta, no se puede revisar la historia en este tema como en cualquier otro ? ¿ Porque hay que darle esta excepcionalidad cuando la historia de la Humanidad está llena de genocidio y destrucción ? ¿ Porque hay que blindar este acontecimiento ?
¿ Y porque después de este horror, al cabo de tres años, sus víctimas ejercen una acción de discriminación racial hacia los palestinos ? .
El libro es duro, tiene la dureza de quien quiere llegar hasta el final y ver las cosas tal como son, destruyendo las ilusiones que le dieron una identidad en su infancia y adolescencia. Gilad Atzmon sigue su singular travesía en el desierto, que va desde la arrogancia de un judío convencido de su superioridad hasta la renuncia a la supuesta identidad judía. El autor se interroga sobre esta identidad, sobre su naturaleza, su esencia. ¿ Existe una identidad más allá de la identificación ? ¿ O la identidad es simplemente una identificación, con lo cual ser judío es creerse judío ?. Atzmond juega un poco a lo largo del libro con los tres registros lacanianos : lo simbólico, lo imaginario y lo real. También con la noción lacaniana de inconsciente. No estoy seguro que lo haga de manera precisa, su aplicación genera alguna confusión. Pero lo fundamental es que la identidad se reduce a la identificación. Una identificación no puede ser, por supuesto vacía, ni reducirse a un nombre. Se crea toda una mitología basada en una historia cerrada en la que la identidad es un destino, como diría Amaryrta Sen. La temporalidad real, con sus desplazamientos, sus crisis, sus ambigüedades, queda abolida. Un pasado imaginario que determina un futuro irrenunciable. La fórmula del desastre, sentencia Atzmon. No solo para las víctimas del delirio, que son los palestinos, sino también para los propios judíos.
Gilad Atzmon diferencia tres categorías. Una es seguir el judaísmo como religión o como un sistema ético. Es un identificador simbólico, en sentido lacaniano, referido a ley. Atzmon lo considera aceptable, respetable. También lo es el considerarse judío como origen, como procedencia. El auténtico y grave problema es la tercera categoría : el sionismo. Significa que hay una identidad absoluta en el sentido de considerarse judío por encima de cualquier otra cualidad, sea universal ( humanidad) o singular. Por encima también de cualquier otra particularidad social o nacional. Se es judío por encima de todo y a pesar de todo : un camino absoluto. Esto ha generado una red global vinculada al
Proyecto para el Nuevo Siglo Americano, base ideológico de la política militar agresiva de Bush que condujo a la Guerra de Irak.
Algunas partes del libro me resultan algo pesadas, como las dedicadas a Otto Weninger, cuya influencia en todos los pensadores que cita Atzmon ( y en el mismo Zizek, por ejemplo, que le dedica un largo capítulo en un libro) no cabo de entender, a menos que sea una atracción oscuro hacia la misoginia. Los últimos capítulos recuperan el interés, sobre todo el que da título a libro, “La identidad errante.” Aquí hay una definición precisa de la identidad judía como una construcción doble. Por una parte basada en un mito unificador y por otra en un rechazo del otro. Aparente homogeneidad detrás de la cual hay una heterogeneidad de pueblos.
Me gusta la conclusión de Atzmon. Es que hay que oponer una historia plural, llena de antagonismos y desplazamientos, a una historia cerrada que marca, como dijo Amaryrta Sen, la ilusión de un destino.
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