Escrito por Luis Roca Jusmet
El PSC tiene un problema grave de difícil resolución. No se refiere a su política porque en este campo se puede aprender y rectificar. El problema es que se ha transformado en una estructura oligárquica con amplias redes clientelares. Pero esto no ha ocurrido, ni mucho menos, con Pere Navarro. Es un proceso que se inició y consolidó a medida que el PSC adquirió poder, mucho poder, en Cataluña. Antes del Gobierno tripartito, antes que Maragall y Montilla, cuando controlaba ayuntamientos y diputaciones, uno de los centros de las redes clientelares de los partidos. Esto explica el poder que tuvieron en el partido gente tan impresentable como Manuel Bustos, por pone un ejemplo. Gente que fue ascendiendo en el partido por y para estas redes clientelares. Gente sin oficio ni beneficio que se convirtieron en caciques por la política. Gente del aparato, dedicada 24 horas del día a maquinar, dentro y fuera del partido, porque con el partido lo son todo y sin el partido no son nada. El problema es de fondo, es la dinámica que han adquirido los partidos en este país hasta convertirse en una oligarquía burocrática.
Repasemos la historia. El PSC nace en Cataluña con un gran capital político, aunque muy heterogéneo. Por una parte el PSC ( Congrès). un partido formado por sectores profesionales y estudiantiles y en menor grado de obreros y trabajadores. Dirigentes con una historia política en el antifranquismo, en parte provenientes del FOC ( sección catalana del Frente Popular de Liberación). Era ( como fue el FOC) una alternativa a la hegemonía del PSUC. No les gustaba su estructura y pasado estalinista ni su obrerismo. Defensores de un socialismo autogestionario. Estaba también el PSC ( reagrupamente), pequeño partido socialdemócrata de profesionales y estudiantes). Ambos eran catalinistas, no nacionalistas. Defendían la autonomía de Catalunya y l´Estatut. Eran gente de origen catalán. Finalmente estaba la Federación catalana del PSOE ( y en el mismo nivel el PSP de Tierno Galván). Muy minoritarios en Cataluña y federalistas no nacionalistas, ni siquiera nacionalista. Su federalismo era simétrico. Finalmente se apuntaron sectores provenientes de la extrema izquierda, troskistas y maristas. Y a esto le hemos de añadir el paso al PSC de pesos pesados del PSUC como Jordi Solé Tura. La composición era hetrogénea pero interesante. Un buen capital político.
Al unirse al PSOE ya entraron en la lógica de los grandes partidos con el apoyo de la Internacional Socialista y todas sus servidumbres.
Si repasamos la acción política del PSC, igual que la del PSOE, vemos como se van tejiendo las redes clientelares,a nivel institucional, y las estructuras oligárquicas, a nivel interno. Como la gente honesta va despareciendo de los dos partidos o de sus centros de poder. O mejor dicho, la gente honesta sin grandes ambiciones políticas. Pero la gente honesta con ambiciones políticas debe pagar el precio de apctar con los arribistas.
Los tres paralamentarios representan un sector que ha perdido poder en el partido. Ni más ni menos. Marina Gelli fue Consellera de salut cuando mienbros destacados del partido se enriquecieron a cosa del erario público,Lo que ocurre es que han decidido jugar un juego diferente del que quiere jugar el grupo dirigente actual. El grupo de Navarro es posibilista. Apuesta por un futuro gobierno del PSOE con el que negociar. De hecho es la única salida, a menos que vayamos a un enfrentamiento directo con el gobierno español de consecuencias imprevisibles. A que juegan estos tres diputados no está claro. Seguramente quieren ganar tiempo para incorporarse al partido fundado por Ernest Maragall, un partido nacionalista de centroizquierda.
Pero no parece que nadie, en los núcleos dirigentes del partido, quiera lucha contra estas redes clientelares. Todos están de acuerdo en tapar los casos de corruptelas en el que están implicados, como se ha comprobado en diferentes ocasiones. Nadie quiere una auténtica regeneración del partido y de la política. Este es el grave problema. Porque si hubiera una voluntad clara de hacerlo entonces tendríamos en Cataluña un partido de izquierdas, por moderado que fuera, como referencia, que podría discutir la línea política más adecuado para defiende los intereses de las clases trabajadoras y medias contra el dominio de las élites económicas, no contra España.