Escrito por Luis Roca Jusmet
La modernidad empieza, dicen, en el siglo XVII y acaba el siglo XIX. Es una convención como cualquier otra, pero me vale. Voy a hablar de dos modernos materialistas que proponen ejercicios espirituales : Son Spinoza y Nietzsche. Se están haciendo muchas lecturas contemporáneas de Spinoza que lo consideran un materialista. Si damos a materialista un sentido amplio acepto la definición. Quiere decir que no hay una trascendencia ni una finalidad. No hay causas finales. Las cosas, simplemente pasan. Las cosas son los cuerpos y también son los pensamientos . Existen en la duración y son manifestaciones de la Substancia. Son manifestaciones finitas de una realidad infinita a la que llama Dios. El Dios de Spinoza es un enigma. Es una realidad primordial que se manifiesta a través de la materia. Puede ser, por ejemplo, el Vacío cuántico. Pero en todo caso no es un Espíritu, como tampoco lo es el pensamiento. Los ejercicios espirituales son el trabajo interior para acceder a una verdad que nos transforma porque nos conduce a un estado de serenidad. Una serenidad alegre.
La ética es, para Spinoza, el arte de vivir, el camino que nos conduce a esta serenidad alegre a partir de nuestro
conatus. El
conatus es nuestra potencia vital, expansiva, creativa. Cuando desarrollamos nuestras capacidades somos activos, tenemos poder y estamos contentos. Desarrollamos nuestra esencia singular. No somos siervos ni esclavos de los otros ni de las circunstancias. Porque los otros y las circunstancias nos encadenan a través de las pasiones tristes. Las pasiones tristes nos deprimen ( la tristeza en todas sus manifestaciones ) o nos envenenan a través del odio hacia el otro o hacia nosotros mismos. Odiamos a quien consideramos causa de nuestra tristeza : odio, ira, venganza, envidia, crueldad. O nos odiamos a nosotros mismos a través de la culpa, pero no hay nada más cobarde que no asumir los propios actos. También la compasión es una pasión triste porque nos encadena al sufrimiento del otro. Hemos de aceptarnos querernos en la justa medida, sin defecto ( inhibición, vergüenza) no exceso ( vanidad, arrogancia). Estamos determinados, pero la libertad es entenderlo ( distancia) y hacer lo necesario para afirmar nuestra potencia. La esperanza, el miedo, la indignación, la seguridad son pasiones que en un determinado momento puede ser útiles para evitar males mayores : la desesperación, el peligro, la injusticia, la inestabilidad. El bien y el mal no existen, las cosas son buenas o malas en función de su utilidad y la utilidad es lo que nos hace felices y hace felices a los otros. La moral no es un código de leyes ni un sentido del deber, la moral es el deseo de hacer el bien al otro. Es nuestra alegría la que nos orienta hacia la generosidad. La moral es, por tanto, una consecuencia de la ética. No se trata de seguir unas leyes ni un sentido del deber. Somos buenos porque nuestro carácter nos hace actuar bien, no porque lo sometemos a una ley. El deseo, que es el conatus hecho consciente, es el motor de nuestra vida, pero debe ser guiado por la razón. El hombre sabio vive en un estado de serena alegría. ¿ Como conseguirlo ? Para Spinoza el ejercicio es el de la razón. Pero la razón de Spinoza no es la del cálculo ni la de la deducción. Es la de la intuición. Es la capacidad de captar las cosas tal como se manifiestan en el pensamiento, es decir como ideas adecuadas. Es un trabajo interno radical y continuado. Responde a una determinada posición delante de las pasiones: la actitud de la distancia. Su enemigo principal son las pasiones, que son las afecciones de los cuerpos que vienen del mismo cuerpo o de otros cuerpos. Las pasiones producen ideas inadecuadas porque brotan de como nos afectan las cosas, por lo cual son siempre parciales y distorsionadoras. Pero la razón humana puede crear otros monstruos, que son las ilusiones. Inventamos ficciones como el libre albedrío o las causas finales. La razón imagina ficciones que generan ideas inadecuadas. Imaginamos que las cosas son contingentes y no entendemos que están determinadas, que todo está determinado por lo anterior, que el tiempo es el despliegue lo que está escrito. La libertad es solo entender lo que pasa y porque pasa. Este entender lo que pasa, lo que nos pasa y lo que queremos es lo que nos hace libres. Son estas ideas adecuadas las que nos dan serenidad. Las cosas pasan de la única manera que pueden pasar y hemos de aceptarlas. Es nuestro deseo el que nos orienta y lo único que hay que hacer es seguirlo. Pero Spinoza no habla de estos pequeños deseos superficiales sino de lo que realmente queremos, que es el desarrollo de nuestra esencia. Esencia que es singular, que es la propia de cada cual. Ser libre es aceptar ser quien somos. Esta actitud debería conducirnos a la acción, que no es otra cosa que la autodeterminación. Pero la autodeterminación no es otra dinámica que la de dejarse llevar por el propio deseo, el impulso vital consciente. Después de Spinoza hablaré de Nietzsche. Nietzsche se refiere a Spinoza de manera ambivalente, que no es poco. No es poco porque Nietzsche quiere derribar ídolos y no perdona a nadie : normalmente lo descuartiza. Que reconozco lo que tiene de bueno es ya un síntoma de respeto por parte de Nietzsche. A veces se ríe de Spinoza porque no soporta su ideal de conocimiento basado en el Amor de Dios. Aquí Nietzsche, cegado por su agresividad contra cualquier forma de deísmo cae en la trampa y no es capaz de una lectura más sutil. Pero en su correspondencia Nietzsche señala lo mucho que le une a Spinoza. Deleuze fue el primero en unirlos. En primer lugar lo que une a Nietzsche y a Spinoza es su ética afirmativa de la vida. Para Nietzsche es la voluntad de poder que se expande, para Spinoza es la alegría de vivir siguiendo el conatus de querer ser. Los dos denuncian el supuesto Orden Moral del Mundo : el Bien y el Mal no existen, son inventos para someternos al poder sacerdotal. Bueno es lo que proporciona placer y alegría y malo lo que nos produce sufrimiento y tristeza. Pero hay más: Nietzsche defiende la acción contra la reacción : hay que actuar por el propio impulso y no como respuesta a la acción del otro. Hay que ser creativo. Spinoza dice en esta línea que hay que hacer y no padecer : lo primero es poder y lo segundo impotencia. Ambos critican la ficción del libre albedrío. Estamos determinados pero la libertad es autodeterminación : ser capaces de decidir por nosotros mismos y no por la presión de los otros. Es una determinación interna contra la determinación externa. Spinoza considera igualmente, con Nietzsche, que la culpa y la compasión son pasiones tristes, negativas, inútiles. No hay voluntad libre : hay voluntad fuerte y voluntad débil. Spinoza no es racionalista : es el deseo lo que mueve y debe mover al hombre. Pero hay que distanciarse serenamente de los condicionamientos externos e internos. En esto me parece mejor que Nietzsche, que hace una especie de apología de la vida como exceso. La Naturaleza es infinita. Los dos son deterministas y Schopenhauer quizás sea aquí su enlace : todo es necesario porque las cosas ocurren de la única manera que pueden suceder. Podrían suceder de otra manera si el mundo fuera otro. El mundo es lo que es y no puede ser otra cosa. Amor Fati decía Nietzsche: hemos de querer las cosas como son porque es lo que hay. Pero la Naturaleza es un proceso abierto y creativo, es un encadenamiento en el que nuestra acción participa. El poder del que habla Spinoza es el poder de cada uno que confluye en la sociedad. No es el poder del amo sobre el escalvo, como decía Nietzsche. Mietzsche habla de la filosofía como de una alquimia interna, de un aprender a vivir en las montañas heladas. El filósofo debe ser seco y claro. Pero los ejercicios espirituales que propone los describe en
Así hablaba Zaratustra. Se trata de las tres transformaciones. La primera es transformarse en un camello. La segunda en león. La tercera en niño. ¿ Qué quiere decirnos Nietzsche con estas tres metáforas ?.
El camello es, nos dice, el que es capaz de soportar una gran carga. Se trata de la resistencia. Ahora se habla de resiliencia. ¿ Es lo mismo ? En cierto modo sí, pero hemos de olvidarnos del discurso psicologista y terapéutico en que aparece esta noción de reliencia. La resistencia nietzscheana pone de manifiesto la ambigüedad con que el filósofo alemán trata el tema de la verdad. Porque Nietzsche denuncia la Voluntad de Verdad como la terrible servidumbre que nos esclaviza desde Platón. La Verdad como Ideal, como acceso a un valor absoluto. Esto es lo que denuncia Nietzsche porque para él es una ficción. La verdad es nuestra experiencia subjetiva, es la manera como nosotros vivimos, es lo que vivimos. No hay una experiencia universal como plantea Hume, que todos compartiríamos. Ni siquiera una formas "a priori" comunes como defendía Kant. Ni siquiera tendría sentido para Nietzsche la palabra construcción. Lo que hacemos no es construir experiencia, la metáfora arquitectónica no vale. Lo que hacemos es elaborarlas. Es una elaboración con la materia de la vida, de la vida de cada cual. La verdad es la de nuestra vida, esta es la que hemos de sostener. Esta es la primera carga del camello. Pero debe cargar también con el peso del dolor. Nietzsche no hace una accesis del dolor, no considera que sea una vía de transformación. El dolor no nos hace mejores, dice, ni siquiera más profundos. El placer tiene más profundidad que el dolor, porque quiere mantenerse. El dolor es superficial, quiere escaparse. Pero que no queramos el dolor no quiere decir que lo evitemos. Forma parte de la vida porque la vida es trágica. No hay que confundir la tragedia con el drama. Este último es un invento del cristianismo. La vida no es un drama la vida es un proceso de creación-destrucción. Asumimos la parte destructiva porque es inevitable.