Escrito por Luis Roca Jusmet
Mi respuesta no es la previsible : es tener. En los años 60 se reivindicaba el ser: lo hacían Erich Fromm y Hebert Marcuse en su crítica al capitalismo y al consumismo. Pero con el tiempo he cambiado de opinión. Lo he hecho por la reflexión sobre mi experiencia, pero también por la influencia de Lacan y de Foucault. Lo que vienen a decir es que no hay una identidad personal. Lacan habla de ser de los humanos. Estamos castrados, dice. esto significa que hemos rotos con el orden natural y con nuestra naturaleza biológica. Esta ruptura nos crea una carencia estructural, una falta permanente. El deseo es justamente lo que aparece a partir de la falta. Lo que ocurre es que en el capitalismo los objetos de consumo taponan esta falta. esto hace que no podamos elaborar nuestro deseo. Solo hay una demanda infinita de objetos, que nos hace oscilar entre la depresión y la voracidad ( adicciones, bulimia). La anorexia podría ser en ocasiones una manera de mantener la falta con el rechazo del objeto básico (el alimento). pero son las identificaciones imaginarias con el grupo la que nos dan una falsa identidad. No somos nada, expresión paradójica que quiere decir que ni somos algo ni somos nada.
Foucault lo plantea de otra manera. Su estudio del cuidado de sí en la Antgüedad le lleva a tres modelos :el platónico, que es el del recuerdo de sí, del alma eterna. El segundo es de la de la filosofía de lo siglos I y II, basado en la construcción de uno mismo, en la formación del carácter. La tercera es la cristiana, que implica una búsqueda del yo auténtico. Quizás esta idea del yo esencial que hemos de descubrir se base en la ficción de la identidad. Quizás solo seamos lo que vamos haciendo. Y lo que vamos haciendo es lo que vamos adquiriendo, aunque sean bienes, propiedades inmateriales. Recuerdos, pensamientos, sentimientos, experiencias. No es que las tengamos porque no hay un yo permanente y substancial detrás de ella. Lo que nos da identidad es la continuidad del proceso. pero no es que seamos algo que tiene un proceso. Somos el proceso y entendernos es entender el proceso.
Quizás el ser frente al tener sea el último mito de la idea sustancial del yo. Somos lo que tenemos, pero lo importante es la calidad de estas propiedades, sobre todo inmateriales, que nos hacen ser lo que somos. Somos por tanto lo que tenemos, el proceso que nos va conformando en lo que vamos adquiriendo.