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Materiales para pensar
Escrito por Luis Roca Jusmet
Una película fuerte, dura, intensa. Una tragedia moderna en la que aparecen temas de Antígona y de Edipo rey. Remezclados, replanteados, actualizados. Pero también una crítica a la identidad única que conduce al sectarismo y a la violencia, a una violencia que se retroalimenta por el odio y la venganza. Finalmente una reflexión moral sobre la crudeza del deber y el sentido de la verdad.
La historia empieza en el Canadá contemporáneo. Dos hermanos mellizos acuden a la lectura del testamento de su madre. Lo lee el notario para el que trabajó su madre durante años y a la que apreciaba mucho. hacía unos días había tenido inesperadamente un colapso en la piscina donde se bañaba y le había expresado su última voluntad. Es la condición para ser enterrada con su nombre y no desparecer en el olvido. Deben ir al Líbano a buscar a su padre ( al que creían muerto) y a su hermano ( del que ni siquiera conocían la existencia) y entregarles una carta a cada uno de ellos. El imperativo es categórico. La hija acepta y el hijo se resiste: no va hasta que su hermana se lo requiere en términos igualmente imperativos.
La hija hace un recorrido paralelo al de la madre por las tierras del Líbano. El trayecto de la madre es el trayecto del horror : su familia mata a su amante y le separa brutalmente de su hijo, su comunidad religiosa mata sin piedad a mujeres y niños, es torturada y violada sistemáticamente durante quince años. El viaje de los hijos es un viaje al horror desde el imaginario. El cuerpo que sufre es lo real, la mente que imagina el sufrimiento es una reminiscencia de lo real. Pero el auténtico horror al que son conducidos los hijos en su terrible itinerario es al horror de su origen. Y este viaje arrastra a otra persona : el dos es uno, el padre que es el hermano. Saberse los frutos de la violación de su hermano hacia su madre. Como una versión todavía más espeluznante del mito de Edipo, él no sabía nada. Cuando lo sabe, al contrario, que el Edipo, puede soportarlo.
Hay dos preguntas en la película. La primera es sobre la muerte de la madre. La madre muere por lo que le aparece como insoportable. Lo insoportable es volver a ver al hijo-violador en lo cotidiano. Es como si la pesadilla de lo pasado entrara en la normalidad del presente. Es como si ella hubiera podido soportar lo más terrible en su cuerpo viviéndolo como un sueño. La mujer canta para alejar de la conciencia lo que ocurre, es como si su mente estuviera en otro lugar. Pero en este reencuentro no hay salida y esto es lo que produce el colapso.
La segunda pregunta tiene que ver con el deseo último de la madre. Es como una ley arcaica ( un deseo diría Lacan) similar al de Antígona. Algo más fuerte que los sentimientos y la razón, un deber que arrasa con todo y con todos. Una manifestación terrible del imperativo kantiana de que la moral nos conduce a hacer lo que debemos, más allá de las convenciones, de los cálculos o de los sentimientos.
Evidentemente hay en esta extraordinaria película otro elemento que no podemos olvidar. la denuncia de la identidad única del fundamentalismo que solo conduce al odio y a la violencia ,más destructora.
Estas y otras muchas cosas pueden decirse de esta extraordinaria y singular película del director canadiense Denis Villaneuve. Sin concesiones nos enfrenta a lo más siniestro de los humanos.