Escrito por Luis Roca Jusmet
Francisco Vázquez García escribió el año 1988 el libro
Foucault y los historiadores ( editado el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz ) este libro sobre Michel Foucault, si no me equivoco, fue el segundo trabajo riguroso que se escribió en nuestro país sobre el filósofo francés. El anterior, escrito cuatro años antes, fue
Lectura de Foucault. Entre los dos realizaron un buen balance de lo que hasta el momento era la obra escrita de Foucault. No se disponía todavía de
Dits i escrits y de la transcripción de los seminarios del Collège de France. El punto de vista de Morey era ( y es) más literario y nietzscheano, y el de Vázquez García más canguilhemeano, más analítico.El libro de Francisco Vázquez García, a diferencia del libro de Morey, más global, se centra en el método arqueológicogenealógico y más concretamente en lo que éste puede aportar a los historiadores. En este colectivo incluye en primer lugar a los epistemólogos de la ciencia, como Bachelard, Cavaillés y sobre todo Canguilhem. Pero también a los historiadores, en el sentido más amplio del término, sobre todos a los que pertenecen a la Escuela de Annales.
El libro de Vázquez García es muy interesante y uno de sus méritos es que no quiere entrar en polémicas estériles y sin salida. La relación Foucault/historiadores es compleja y heterogéneos y hay quen ir a los matices. Para ello parte de lo que dice Foucault sobre los historiadores de los Annales y los epistemólogos y también de sus encuentros institucionales. Pero sobre todo del propio material de historiadores Foucault basa sus investigaciones y en los diálogos públicos que Foucault establece con ellos. En sentido contrario también utiliza los artículos y recensiones que los mismos historiadores hacen de los libros escritos por Foucault. Vázquez García va desgranando de manera minuciosa los libros que escribió Foucault. La idea básica planteada por Foucault y su método arqueológicogenealógico es que los objetos de conocimiento se construyen a partir de las prácticas sociales ( la enfermedad, la locura, la delincuencia, la sexualidad). Los saberes son la manera como los construimos a partir de unas prácticas.
El autor del libro hace un estudio muy interesante de las influencias de Georges Dumeziel y Georges Canguilhem sobre Foucault. Una idea muy fecunda es que lo que propone Foucault no es, como sí hace la ciencia, poner de manifiesto los procesos invisibles que hay detrás de lo visible. Se trata, por el contrario, de estudiar las estructuras que delimitan en cada contexto lo que es visible y lo que es invisible.
Los análisis de Canguilhem son la principal referencia de Foucault. Se trata de analizar y estudiar las transformaciones conceptuales. Hay una voluntad de criticar las ilusiones, siguiendo lo que en su momento se llamaron los maestros de la sospecha ( Marx, Freud, Nietzsche)a los que Foucault dedicó, como sabemos, un pequeño texto. La influencia de Nietzsche también es analizada por Vázquez García en su justa medida, sin sobrevalorarla ni negarla. El orden del discurso, la conferencia con la que Foucault inicia sus seminarios en el Collège de France, es el punto de inflexión entre lo arqueológico y lo genealógico. Pero para Vázquez García no hay una entre las dos etapas, sino una variación dentro de un mismo hilo conductor metodólogico. Foucault sigue la misma línea pero con gran exigencia autocrítica , que le lleva a transformaciones y replanteamientos constantes. Lo que se inicia entonces es una etapa en la que se centra inicialmente en la normalización a través de las instituciones disciplinarias, cuyo libro paradigmático es
Vigilar y castigar. El método genealógico dará lugar a múltiples estudios a finales de los 70 ( realizados por Meyer, Castel, Dozelot, Ewald). La genealogía se centrará en la construcción de objetos. Esta será la diferencia con los historiadores, que ya presuponen que hay algo que estudian independientemente del saber. Aquí es donde Foucault marca la diferencia. Puede aceptar críticas concretas que la harán de manera implacable por falta de consistencia empírica ( el caso más claro es Pierre Vilar). El genealogista se distancia de la familiaridad de los objetos, no los presupone. Esta es su aportación y estos son los horizontes que abre, con sus estudios. No se trata de comparar lo que hace Foucault con lo que hacen los epistemólogos ni los historiadores. Lo que hay que hacer es ver como podemos cruzar de manera fecunda sus trabajos, reconociendo lo que hay de fallido, en el sentido que nunca será ( ni puede ni debe ser) un encaje armónico.
Algunos grandes historiadores, como Braudel, lo entendieron desde el principio. Otros, como Paul Veyne, mantuvieron con Michel Foucault una sólida amistas y una interacción intelctual permanente muy fructífera.