Reseña de
Pierre Hadot, l´enseignement des antiques, l´enseignement des modernes.París : Editions de Rue de l´Ulm, 2013
Escrito por Luis Roca Jusmet
Este es un libro muy interesante, no traducido al español, para los interesados en un filósofo que cada vez tiene más seguidores. Se trata de Pierre Hadot, que reivindica para los modernos la filosofía de los antiguos. No se trata de repetir lo que decían los antiguos, ni de entenderlos fuera de su contexto, se trata de recuperar el sentido originario de la filosofía entendida como forma de vida.Arnold I. Davidson y Frederic Worms son los que han dirigido esta publicación, que recoge un coloquio celebrado el año 2007 a l´Ecole National Superieure por el Centro de Estudios de Filosofía francesa contemporánea. El libro empieza con un interesante entrevista de Arnold I. Davidson al mismo Pierre Hadot. Davidson ha sido uno de los grandes difusores de la filosofía de Hadot, al que llegó d ela mano de otro filósofo francés en que se había especializado : Michel Foucault. Es el coautor ( junto a Jeannie Carlier ) de una impresionante entrevista a Pierre Hadot que realizó a Hadot el año 2002 y que recorre toda su trayectoria filosófica y que se publicó bajo el título de
La filosofía como forma de vida. La entrevista la hizo paralelamente al coloquio y fue una de las últimas publicadas por Hadot antes de su muerte. El tema es sugerente : "aprender a leer, aprender a vivir". ¿ hasta que punto la lectura es una actividad vital, un ejercicio espiritual que nos permite transformar la propia vida. Dicho de otra manera ¿ Podemos considerar la lectura como una práctica ? Todo depende, contesta Hadot, de como leamos. La lectura dice Hadot, para escándalo de los modernos, debe ser objetiva, no subjetiva. Hadot arremete contra una hermenéutica que pretende que cada cual realiza su lectura. No, dice hadot, hay que leer para escuchar lo que quería decir el que escribe y una vez lo entendemos en un contexto podemos extraer lo que tiene de universal y aplicarlo a nuestro presente. Antes de la entrevisata, de maneras, hay que valorar dos breves pero sugerentes introducciones a Hadot que hacen Davidson y Worms.
El primer artículo, a cargo de Jean-François Balaudé, trata precisamente de la reflexión que podemos hacer a partir de los estudios de Hadot sobre la filosofía d elos antiguos y de los modernos. Sitúa a Hadot en el linaje de los historiadores más rigurosos de la historia de la filosofía. No es él el que acerca a Foucault ,sino Foucault el que se le acerca a él. Hay una coherencia indiscutible en toda la trayectoria de Hadot, para el que la filosofía es una transformación interna que nos hace superar muestro yo, no una construcción de la subjetividad. Pero por otra parte considera que la concepción de la filosofía de Hadot incluye la creación de conceptos, tal como la entiende Deleuze. Es una elaboración correcta que no aporta, sin embargo, ninguna novedad.El segundo artículo, escrito por Barbara Carnevali, sí me parece que aporta elementos novedosos. Estudia la aplicación del pensamiento de Hadot a la dinámica iniciada por Montaige y continuada por Rousseau. Hay una consideración muy interesante que es la aparición del yo como identidad propia. Ciertamente sería la parte moderna de Montaigne, ya que la parte antigua está ligada a lo que tienen en común sus ensayos con los cuadernos de notas de los antiguos. Pero este pequeño yo es el que desarrolla posteriormente Rousseau. Y aunque Rousseau se presenta a sí mismo como transformado por la verdad, esta transformación tiene algo de aparente, de teatral, de autoafirmación narcisista. Con Rousseau el yo ocupa un lugar positivo, central, diferenciando el amor propio de su aspecto negativo, la vanidad. No es la conversión de la que habla Hadot reivindicando la experiencia de los antiguos, para los que esta conversión pasa por trascender este pequeño yo para sentirse parte del Todo. La última nota de la autora señala un último punto sugerente, que es que los cinismos podrían ser un enlace entre los antiguos y la postura escandalosa de Rousseau. El siguiente artículo, de Sandra Laugier, tampoco tiene desperdicio. Se trata de reflexionar sobre la relación entre Pierre Hadot y Ludwig Wittgenstein, del que el primero fue uno de los primeros estudiosos en Francia. Lo que ocurre es que la recepción de Wittgenstein por parte de Hadot fue muy peculiar : le interesó desde la mística, no desde la filosofía analítica. El punto de conexión que establece la autora es a través de Stanley Cavell. Esto le permite situar a Wittgenstein en una tradición anglosajona con Emerson y Toreau, que serían ejemplos modernos de la filosofía como forma de vida. A partir de aquí hay un análisis específico, muy interesante, de lo que significa para Hadot y para estos autores la lectura como ejercicio espiritual. La conclusión es de reivindicarla como una práctica transformadora para los lectores del siglo XXI. El último artículo, de Gwenaëlle Aubry, me parece más forzado. Relacionar la noción de antifilosofía de Alain Badiou ( en la que sitúa a Nietzsche, Wittgenstein y Lacan) con la propuesta de Hadot me parece rizar el rizo, lo cual no quiere decir que no haya en el texto aspectos que tienen su interés.Se trata, por tanto, de un libro que me parece muy útil para todos los que seguimos con pasión la trayectoria filosófica de Pierre Hadot.