Reseña de
Sangre, votos, manifestaciones : ETA y el nacionalismo vasco radical ( 1958-2011)Gaizka Fernández Soldevilla y Raúl López Romo.
Madrid : Tecnos, 2012
Escrito por Luis Roca Jusmet
José Luis de la Granja Sainz, señala en su excelente introducción la importancia que tiene este libro. No sólo por la claridad y el rigor del estudio sino también por el valor de esta nueva generación de historiadores vascos que se atreven con un tema tabú : la historia de los últimos y turbulentos años del País Vasco. El esfuerzo vale la pena. El punto de vista de los jóvenes historiadores es el de entender porque apareció y se consolidó con tanta fuerza la violencia política en Euskadi del nacionalismo radical. Y también cómo este nacionalismo radical fagocitó a todos los grupos de la extrema izquierda y a todos los movimientos y las luchas obreras, antinucleares y de mujeres. Pero más allá de todo ello cómo un determinado relato mítico, iniciado por Sabino Arana y continuado por ETA acabó dominando el imaginario del pueblo vasco. Cómo se impuso un mensaje racista ( que primero se definía en términos de raza, luego de lengua y finalmente de ideología) que acabó eliminando física o simbólicamente a un sector del pueblo vasco.Los autores se preguntan el porqué de la aparición de ETA y saben que la respuesta no es fácil. Por supuesto que la Dictadura franquista fue un campo abonado para su aparición por su política represiva en general y por la exclusión de la lengua vasca al ámibito privado. Pero no es una relación de causa-efecto. Otro elemento fue que los jóvenes tenían los seminarios, las parroquias, las cuadrillas, las fiestas locales como un espacio no controlado por la policía para desarrollar sus discusiones y elaborar sus documentos. Al mismo tiempo a finales de los cincuenta y principios de los sesenta aparecieron muchas luchas anticoloniales, con sus ideólogos correspondientes, que sedujeron a estos jóvenes y les llevaron a un mimetismo. Lo mismo ocurrió con el IRA irlandés, que a pesar de ciertas similitudes presentaba una situación social, económica y política totalmente diferente de la de Euskadi. Euskadi nunca fue una colonia ni un país ocupado, pero el relato les gustó y a partir de él distorsionaron totalmente los procesos
históricos inmediatos, empezando por el de la Guerra Civil. De esta manera se interpretó como una agresión del Estado español contra Euskadi. En realidad una buena parte de los vascos y navarros habían apoyado a Franco. Fue una guerra de clases y no una guerra nacional. Los primeros atentados de ETA, junto a la radicalización de la lucha obrera ( que no tenía nada que ver con lo anterior) recrudeció la violencia policial en Euskadi. A ETA ya le iba bien porque lo que quería era justamente lo que consiguió : que sus militantes se convirtieran en héroes y sus muertos en mártires. Poco a poco fue instalándose una indiferencia hacia las víctimas de ETA, paralela a la indignación por la víctimas etarras. Los Gal, los atentados de extrema derecha echaron todavía más leña al fuego.La derecha no nacionalista desapareció físicamente de Euskadi por la acción etarra.La única lógica era la de Ellos/Nosotros, o sea la de la criminilización del adversario. Los que no están con nosotros ( los abertzales somos el pueblo vasco) son nuestros enemigos. ETA condicionó toda la configuración política de Euskadi. Euskadiko Ezkerra ( del que Gaizka Fernández Soldevila ha publicado un libro magnífico en la misma editorial) y sobre todo Herri Batasuna. Aunque no hay que olvidar que dos de los grupos más importantes de la extrema izquierda a los que el libro dedica un análisis muy preciso. EMK fue, sin duda, el partido más importante, con una influencia importante en las luchas obreras. Surgió de Eta berri, se fusiónó con otros grupos españoles fundando el MCE, luego sacó la E y se convirtió en el EMK, formando con EIA la candidatura de Euzkadiko Ezkerra. Fueron sus militantes los que hicieron todo el trabajo y fue el único partido de extrema izquierda que llegó a tener un parlamentario, Patxi Iturrioz, cuando sustituyó a Francisco Letamendia. Después se fusionaron con LKI y fracasaron, como en el conjunto de España, en su utópico proyecto izquierdista . Muchos entraron mayoritariamente en la órbita de Herri Batasuna. Aunque otros evolucionaron por un camino más crítico. LKI, por su parte, había sido resultado de la fusión d ella LCR con ETA VI asamblea. Todos estos procesos pusieron de manifiesto la influencia que tuvo en estas generaciones de militantes todo el movimiento izquierdista del maoísmo y el troskismo.Los mismos movimientos feminista y antinuclear que aparecieron en la Transición fueron, en gran parte, asimilados en el movimiento abertzale.El mensaje final es entre escéptico y relativimante optimista. Es posible, dicen los autores, que aunque el nacionalismo radical parece cambiar no es fácil eliminar el fanatismo y la violencia como meta. La independencia y el socialismo, que son sus objetivos manifiestos, son legítimos aunque no se compartan pero no hay que plantearlo en ningún aspecto como la única salida posible. Lo único que construyó fue una comunidad antidemocrática e incivil. Y una espiral de violencia que dejó miles de víctimas.