Luis Roca Jusmet
La política, dice Foucault, es la continuación de la guerra por otros medios. Porque las relaciones de poder son relaciones de dominio según el modelo de la guerra. Pero el monopolio de este poder cada vez se va centralizando más en manos del Estado. Hablamos del ejército y de la policía. Detrás de la paz está la guerra. Se establecer relaciones de fuerza y relaciones de verdad, El que habla lo hace desde una perspectiva, desde un campo de lucha. Aparecerá entonces un discurso nuevo, que es el de la lucha de razas. El discurso de la lucha de razas es un contradiscurso respecto al oficial, que es la justificación de la soberanía, cuyo modelo es el de la paología de Roma. Es un discurso que se establece entre pirncipios del siglo XVII y principios del XVIII. Tenía como intención fundar un derecho de Estado, justificar su soberanía. Del discurso de la lucha de razas derivará el discurso de la lucha de clases. Se trata de un saber histórico paralelo que tiene un origen reaccionario, nobiliario y aristocrático. Una contrahistoria, un discurso del contrapoder, contra los que detentan y justifican su soberanía. Es una historia de agravios : de naciones, de razas, de clases cuando se invierta en sentido revolucionario. Los discursos históricos son importantes porque son discursos que establecen una verdad desde la que establecer unas relaciones de poder. Determinará todo un estilo de pensamiento, un régimen de verdad. Es un discurso bélico, un discurso sobre guerra de razas, naciones o clases. Foucault hará una genealogía del racismo.El discurso de la lucha de razas funciona como una contrahistoria hasta el siglo XIX en que pasa a ser el discurso de la dominación colonial. Este discuros de razas anterior al sentido que se le ha a partir del siglo XIX no tiene un sentido biológico. El tema de la pureza de razas sustituye aquí al de la lucha de razas. Aparecerá un racismo de Estado, biológico y centralizado. Pero el nazismo utilizará también el discurso contarhistórico de la lucha de razas, que es mitológico y popular, de renovación de una guerra ancestral, milenario, apocalíptico, similar a los del final del medievo. Hay, por tanto, una reinscripción en el nazismo del racismo de Estado en la lucha de razas. La transformación del racismo que tiene lugar en su versión soviética viene de un cierto discurso cientifista. Es el proceso contrario, ya que pasamos del discurso de la lucha de clases al del racismo de Estado. Se trata entonces de mantener la pureza del Estado. Foucault analizará también como las relaciones de poder entre finales del siglo XVI y principios del siglo XVII que es la de Hobbes, que sitúa el nacimiento del Estado en relación con la guerra de todos contra todos. Pero no sólo en la constitución del Estado sino en su misma naturaleza. Este estado de guerra existe en nuestro imaginario ( imaginamos la amenaza del otro ), en nuestro deseo de atacar y en el juego de intimaciones que rigen nuestras relaciones. El acuerdo del que nace el Estado consiste en ceder la soberanía, por miedo. Pero aunque sea no es una relación de dominio sino de soberanía. El dominado cede su soberanía al gobernante y por tanto éste puede considerarse su representante y está legitimado para ello. Hay voluntad, miedo y soberanía en cualquier relación de poder. Nunca se constituye desde arriba porque siempre hay el reconocimiento de los de abajo, la voluntad de ser sometidos En el fondo, dice Foucault, Hobbes quiere eliminar la noción de
conquista como base del Estado. No es el invisible adversario externo del Estado el que lo justifica sino la guerra de todos contra todos. La guerra está siempre presente y el Estado es la garantía que no se desarrollará. El Estado es, en este sentido, una prevención contra la guerra. Hobbes es testimonio de las guerras civiles que desgarran Europa. Es el discurso de la legitimación de la soberanía. Para Hobbes la política es siempre dominio. Son los niveladores, expresión de la lucha radical del pueblo. Su discurso es contra las leyes y las propiedades, como producto de la imposición de la guerra. Son por tanto la continuación de la guerra, la usurpación y la derrota. Se trata finalmente, de un nuevo análisis de Foucualt sobre las relaciones de verdad y poder.
A partir de la clase del 25 de febrero Foucault tratará el tema de los saberes en relación a la modernidad. Hasta el siglo XVIII, considera que la ciencia no existía. Existían ciencias, saberes y la filosofía. Con la disciplinarización de los saberes aparecer este fenómeno que es
la ciencia. Desaparecen con ella dos cosas. Por una lado la filosofía como saber fundador y fundamentador. Por otro el ideal de mathesis, de ciencia universal. A partir de ahora hay un sistema de clasificación y jerarquización. Coincide con la aparición de la universidad como el gran aparato uniforme de los saberes. Tendrá una función de selección, tanto de personas como de saberes. Desaparece también el sabio aficionado, muy común en el siglo XVII y XIX. Con todo ello hay un cambio en el dogmatismo. SE homogeneizan los saberes a partir de una comunidad científica establecida como autoridad. Entra luego en diversas consideraciones sobre el saber histórico. Hay en primer lugar una generalización. De ser un instrumento de la reacción nobiliario a principio del siglo XVIII pasa a convertirse en el de todas las luchas políticas. La clase del 10 de marzo se centrará en la aparición de la idea moderna de
nación. Para la monarquía absoluta esta noción todavía no existía, o en todo caso se consideraba como el cuerpo del Rey. El cuerpo del Rey es el que da cuerpo a este conjunto de individuos que a partir de él se constituyen en comunidad. Pero a partir del siglo XIX lo que constituirá la nación será el Estado.