( Video incorporado por la sugerencia de mi amiga y participante activa del blog Ana Aranza)
Escrito por Luis Roca Jusmet
Voy a comentar en este artículo tres libros relacionados con Michel Foucault. El primero es de Paul Veyne (
Foucault. Sa pensée, sa personne. París: Livre de Poche, 2008). El libro, escrito por el historiador y amigo de Foucault, tiene un sentido apologético que no me gusta. Foucault aparece totalmente idealizado, tanto personal, como filosóficamente, como políticamente. Con la metáfora del
samuraiaplicado a Foucault elabora una especie de halo de guerrero del espíritu, implacable y certero, que me parece muy forzada. Alguna anécdota, como la que explica su sorpresa al verlo con una mujer, ambos con un kimono, la verdad es que roza el ridículo. Lo define como un intempestivo nietzcheano, un escéptico y un incorformista, calificativos que como veremos son en el primer y tercer caso bastante discutibles. El libro es ligero, en general ( salvo en capítulos algo fuera de lugar, como el de Heidegger) pero no aporta nada importante para el conocimiento de Foucault ( del que ya tenemos la rigurosa biografía de Didier Eribon). No vale demasiado ni como introducción ni como reflexión, dado su carácter poco crítico. Lo cual no quiere decir que sea una lectura inútil, hay también algunos elementos sugerentes, como la inscripción de Foucault en la tradición escéptica i algunas reflexiones puntuales que van apareciendo a lo largo del ensayo.
El segundo libro es de Jean.Marc Mandosio, profesor de latín nacido en 1963, y se titula
Longevité d'une imposture. Michel Focaul ( París : Editions de l'Encyclopedie des Nuisances. 2010). Este libro forma parte de una saga con la que reconozco que no tengo ninguna simpatía. Se trata de los que intentan denunciar la impostura de determinados autores de culto. Empezó con el inquisitorial Victor Frías con Heidegger y continuó con el libro de Sokal i de Bricmont. El primero me pareció que tenía un estilo inquisitorial, propio de un comisario político. En el segundo me resultó más tramposo que lo que denunciaba, al seleccionar textos parciales y fuera del contexto de los pensadores que criticaban. Ambos me parecían también algo oportunistas, al ir dirigidos a un público que quería sangre y que esperaba ver como desmenuzaban a las presas. Con este libro, en parte, pasa lo mismo. Faltan los matices. Esta bien desmitificar a Foucault pero no al precio de una degradación política, filosófica y personal total. Hay que reconocer que Mandosio ha trabajado el tema y la crítica, aunque sea discutible, es consistente. Es cierto que Foucault no es un imtempestivo como pretende Veyne, ya que en muchos casos más bien parece seguir las modas y modos del momento : se afilia al PC sin convicción, se vuelve antiinstitucional después de mayo del 68 y se codea con los maoístas, se ofrece para trabajar con el Partido Socialista cuando aparecen otros vientos... Es antiinstitucional manteniendo sus cargos académicos... ¿ Impostura ? No me atrevería a decir tanto, ya que la impostura es una descalificación total. Sí contradicciones que lo vuelven más humano que el pretendido samurai que se imagina Veyne. Seguramente mucho culto a la personalidad gracias a estos círculos de incondicionales que sólo buscan un guru al que adorar. S´fue un “mandarín” en este sentido, como critica Mandosio, y parece que le gustaba. Otra cosa son las críticas, que quieren ser demoledoras, a su trabajo teórico. Para Mandosio es una banalidad con superficie brillante, un discurso reversible por su ambigüedad. No estoy de acuerdo. Me molesta tanto la arrogancia de Mandosio como la que critica de Foucault. En algunas cosas tiene razón pero esto lo único que pone de manifiesto es el carácter ambivalente de su obra, que no debe ser venerada y sobre la que debe hacerse una lectura crítica. Pero se nota demasiado que la voluntad de Mandosio no es la de hacer una lectura critica y matizada sino la de derrumbar un ídolo y esto la convierte en muy parcial y tendenciosa.
Mi conclusión final después de ambas lecturas es que lo mejor es leer o releer a Foucault y después de sus comentaristas.