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Luis Roca Jusmet
Barcelona y su cinturón industrial (no Cataluña) fue uno de los bastiones del movimiento de oposición antifranquista. Sus protagonistas eran obreros de fábricas, trabajadores de otros sectores (banca, enseñanza, sanidad) y estudiantes. Expresaban sus reivindicaciones con huelgas, manifestaciones, concentraciones y protestas vecinales. Eran en parte de origen catalán y en parte no catalán, procedentes de la inmigración andaluza, extremeña y de otras tierras de España. Gentes que venían a las ciudades a buscar una vida mejor que la que tenían en sus lugares de origen.
El movimiento antifranquista estaba sobre todo dirigido y estructurado por el PSUC (sección catalana del Partido Comunista de España) y CCOO, sindicato en gran medida controlado por este partido. Había también luchas autónomas de otros partidos y sindicatos, más radicalizados, que incluían partidos de extrema izquierda de inspiración maoísta y troskista. Apareció también el FOC, versión catalana del Frente de Liberación Popular, influenciado por el castrismo y movimientos del tercer mundo. El PSUC consiguió que buena parte de los obreros inmigrantes asumiesen la reivindicación del Estatuto de Autonomía y de la revitalización del catalán, incorporada a la consigna "Llibertat, amnistia, estatut d’autonomia”. En su planteamiento, catalán era “todo aquel que vive y trabaja en Cataluña”. Los dirigentes estudiantiles del PSUC, de origen burgués o pequeño-burgués, eran catalanistas. Los de los otros partidos de extrema izquierda o los líderes de las luchas autónomas pasaban del tema, aunque se declaraban por el “derecho a la autodeterminación” para ser en todo más radicales que el PSUC. Otra cosa es que tenían una cierta fascinación por los movimientos independentistas del País Vasco e incluso algunos de ellos habían surgido de escisiones de ETA. Había también algún grupo marginal independentista que se reclamaba de la izquierda, como el PSAN. De la disolución del FOC surgió la socialista autogestionaria, y muy catalanista, Convergència Socialista de Cataluña de Joan Raventós. El PSC surgió de su unión con la Federación Catalana del PSOE, muy poco catalanista. Había un gran potencial de izquierda electoral que cristalizó en los votos al PSC y al PSUC. Pero la deriva del PSC y la fragmentación del PSUC dejó a los electores de izquierda, no nacionalista, sin representantes políticos. La deriva del PSC fue doble: de un lado, hacia el soberanismo y, del otro, hacía la formación de una casta política. El PSUC se transformó en ICV y se unió con gente de Nacionalistes d’Esquerra, con una deriva soberanista cada vez menos disimulada. Por otra parte, todas las décadas de gobierno pujolista dejaron hondas huellas. Aunque por tacticismo los pujolistas no se definían como independentistas, fueron creando e implantando un imaginario soberanista: Cataluña es una nación; la lengua de Cataluña es el catalán; España se aprovecha de los catalanes.
Cuando tras 23 años de autogobierno el PSC llegó al poder, casi todo el mundo esperaba una alternativa de izquierda no nacionalista. Sin embargo, fue un gobierno sólo tímidamente de izquierdas pero decididamente soberanista. Mientras Maragall redactaba un nuevo Estatuto que proclamaba que Cataluña era una nación soberana, su socio Esquerra Republicana de Cataluña profundizaba mucho más en la línea nacionalista de Pujol. Todos conocemos la situación actual: estamos en una deriva soberanista dirigida por una triple cabeza: por el gobierno de la Generalitat; por ERC desde la sombra; y por un movimiento independentista impulsado por las asociaciones ANC y Ómnium Cultural. Movimiento que arrastra sectores que se reclaman de la izquierda, como ICV y Esquerra Unida i Alternativa (otra organización montada desde los restos del PSUC). Muchos de los estudiantes que participaron en la lucha antifranquista en el PSUC o en Convergència Socialista de Catalunya son hoy conversos independentistas.
La gente de izquierda no soberanista son esos obreros o sus hijos del cinturón industrial y muchos otros catalanes que no compartimos este deseo independentista: trabajadores, parados, de Barcelona y de toda Cataluña, huérfanos de representación política. A Podemos le correspondía ocupar este lugar. Sin embargo, Pablo Iglesias y su entorno han cayeron en la trampa retórica del “derecho a decidir” y en el prejuicio de que ser de izquierdas es estar contra España y a favor de los nacionalismos periféricos. “Derecho a decidir” que ya ha mostrado su rostro: en el proyecto de Constitución Catalana del magistrado Santiago Vidal se proclama que Cataluña es indivisible. La gente de confianza de Iglesias y su entorno son jóvenes procedentes del soberanismo: se equivocan. Pero somos la gente de Podemos de Cataluña los que debemos decidir, pues es por esto que se convocan las elecciones a la Secretaria General y al Consejo Ciudadano autonómicos. La alternativa de izquierda no soberanista está representada por Podemos unidos. Pero la Comisión de Garantías, monopolizada por el sector oficialista, ha invalidado la candidatura de Enric Martínez, que se presentaba s Secretario General de la candidatura. La argumentación es que va contra la línea política esencial de la formación y ha criticado a miembros de la dirección. Esto quiere decir que se quieren eliminar las diferencia políticas con medidas burocráticas. Es fundamental que sigamos defendiendo a Podemos como alternativa de izquierda no soberanista. Que exijamos que Enric Martínez pueda presentarse a Secretario General. Que votemos por un Podemos pluralista donde todas las opciones puedan defenderse.