Spinoza Las traslúcidas manos del judío
labran en la penumbra los cristales
y la tarde que muere es miedo y frío.
(Las tardes a las tardes son iguales.) Las manos y el espacio de jacinto
que palidece en el confín del Ghetto
casi no existen para el hombre quieto
que está soñando un claro laberinto. No lo turba la fama, ese reflejo
de sueños en el sueño de otro espejo,
ni el temeroso amor de las doncellas. Libre de la metáfora y del mito
labra un arduo cristal: el infinito
mapa de Aquel que es todas Sus estrellas. Jorge Luis Borges
Escrito por Luis Roca Jusmet
El quinto y último capítulo es muy breve. Cierra el círculo, porque si el libro empieza hablando de Dios acaba hablando de la libertad como el conocimiento y el amor intelectual a Dios. Desde una óptica no trascendentalista ni espiritualista resulta difícil entender su mensaje. Me parece que la única lectura posible es que el tercer grado de conocimiento es el de una intuición que llega al conocimiento adecuado máximo, que sería la superación del sujeto y el objeto. Como somos parte del Todo, esto significa que la diferencia que establecemos entre nosotros y el Todo es inadecuada. Nosotros somos el Todo. Esta lectura no es necesariamente mísitica, aunque coincide con ella. Como también lo hace con los estados de iluminación de los que habla el taoismo y el budismo. Pero es igualmente el planteamiento filosófico de gente como Pierre Hadot o Felipe Martínez Marzoa, que tienen respectivamente poco o nada de mística. Resulta paradójico, de todas maneras, que coincide aquí el máximo de racionalidad ( como plantea Spinoza) y unas vías que niegan el camino de la razón, como el taoísmo o el budismo o la mística cristiana o islámica. El estado del que habla Spinoza es el de la
felicidad o
beatitud, según traducciones que plantean reservas en cualquiera de los dos casos.
Este Amor a Dios es el de la virtud suprema. Produce el máximo de alegría posible. No tiene un carácter temporal porque nos sitúa en el plano del Ser, es decir de la eternidad. Es lo que Pierre Hadot llamó una conversión, una transformación interna que conduce a la superación del yo, del sujeto. Pierde el miedo a la muerte y supera las ideas inadecuadas que producen las pasiones. El deseo pasa a una dimensión diferente. Virtud y Felicidad coinciden. A diferencia de Kant, que considera que el camino de la felicidad y el de la virtud forman parte de dinámicas diferentes. A diferencia de Mill, para el que la felicidad es el conjunto de las cosas que nos hacen felices. Virtud, felicidad es lo mismo. Es la salvación en este mundo, no en otro. Difícil y raro, dice Spinoza, porque todo lo excelso lo es. Pierre Hadot, cuando habla de la filosofía como forma de vida, se refiere a los ejercicios espirituales que la componen.
Podemos así considerar que lo que nos dice Spinoza en su Ética es un conjunto de ejercicios espirituales, una filosofía práctica. La verdad transforma hasta permitirte superar tus límites y entender que eres parte del Todo. A partir de aquí te domina un estado de serenidad en el que los afectos tienen una importancia secundaria.