Escrito por Luis Roca Jusmet
Voy a arriesgar una hipótesis sobre el tema. Consideremos que vivimos en la época de la tecnociencia. Esto quiere decir, para mí, en la Modernidad. La Modernidad es una época que aparece històricamente en Europa y que ha ido globalizando hasta el presente, principios del siglo XXI. Es la época de la Economía-Mundo capitalista y del Estado Moderno. Economía de Mercado centrada en la empresa y determinada por la lógica del aumento indefinido del beneficio. Que según los economistas clásicos se regularía a sí misma pero que su propia dinámica, que ha conducido al neoliberalismo, ha demostrado que no. Estado moderno que funciona al nivel del territorio delimitado por la nación. Con sus instituciones políticas y policiales que deben legislar para defender los derechos privados, fundamentalmente el de la propiedad.
Culturalmente hemos caminado hacia una cultura-mundo en un mundo en el que, como ya apuntó Marx, todo lo sólido se desvanece.Todo lo que no cuestiona la mercantilización total y la lógica del beneficio es asumible por el sistema, incluso el declive y fin del patriarcado. Las relaciones de poder se van transformando sus dispositivos combinan los aspectos disciplinarios con del control, la acción sobre los cuerpos con la acción sobre las poblaciones, el gobierno directo con el indirecto sobre las conductas.
Son cuatro apuntes para entender el contexto en el que desarrollan los campos del saber. El saber que domina es el de la ciencia, entendida en los términos establecidos por Galileo y Newton. Descartes ocupa un lugar importante porque establece la diferencia entre la física, como modelo de la ciencia matemática, y la metafísica, que se ocupa de Dios y del alma. Poco a poco se van estableciendo otra ciencias ( química, biología) y la medicina como la tecnología básica sobre el cuerpo humano. Los objetos de la metafísica ( Dios y el alma) se van desvaneciendo. Comte teoriza el positivismo y plantea integrar el estudio de la sociedad en el proyecto científico, fundando la sociología.
La filosofía se transforma en un saber problemático. Pero no en la medida en que problematiza la ideología, sino en la medida en que se problematiza a sí misma. Coexisten entonces una filosofía escolástica, académica que se resiste al dominio total del discurso científico y una filosofía crítica que quiere pensarse a sí misma en relación con la ciencia. Y, por supuesto, existe la tradición filosófica constituida por la filosofía antigua y por la filosofía moderna, que ha tenido un papel importante en la propia constitución de la Modernidad.
En este contexto aparece el psicoanálisis, fundado por Freud. Y lo hace en un momento en que la psicología como ciencia se piensa en términos de neurofisiología. Nada que ver con el proceso de constitución de las ciencias sociales. Freud se dará cuenta que la psicología necesita un estatuto propio porque tiene un objeto propio que es el de la realidad psíquica. No es observable ni cuantificable ni experimentable. Sentará por tanto las bases de un saber que no sentará científico pero tampoco filosófico. Su método se irá estableciendo a partir de una teoría metapsicológica ( nada que ver con la metafísica) que se contrastará en la clínica, es decir, en la propia práctica de la terapia psicoanalítica.
La filosofía seguirá un derrotero tortuoso y en la segunda mitad del siglo XX Michel Foucault, partiendo de Kant, intentará establecer cual es la función de la filosofía en la tardomodernidad. Por una parte será el análisis de la verdad, de la manera como los humanos construimos el mundo que pensamos y sobre el que actuamos. Por otra será realizar una ontología de la actualidad, es decir pensar la actualidad a partir de los materiales de que disponemos.
De lo que acabo de decir deduzco que el psicoanálisis y la filosofía se ocupan, por tanto, del resto que deja la ciencia, que es la verdad. Numerosos científicos, y muy importantes, han dejado claro que a la ciencia no le interesa la verdad. La ciencia establece unos dispositivos y unas prácticas para describir, explicar y transformar el mundo. Le interesa que funcionen a los tres niveles que son, evidentemente, complementarios. Pero el desarrollo práctico es el desmesurado avance tecnológico que va vamos viendo cada vez de forma más acelaerada.
Queda la verdad, en el sentido de como construimos ontológicamente el mundo, que es de lo que puede ocuparse la filosofía. Pero también la verdad acerca de como construimos psíquicamente nuestro mundo, que es de lo que se ocupa el psicoanálisis.
Pero la filosofía, en cuanto que es una ontología del presente, necesita tanto a la ciencia como al psicoanálisis para entender el mundo en el que estamos.
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