Escrito por Luis Roca Jusmet
Desde que desde los años 30-40 del siglo pasado Ernst Cassirer empezó a dar importancia a lo
simbòlico y Sartre y Lacan
al imaginario, se han desarrollado toda una serie de elaboraciones y debates sobre el tema que han sido tan sugerentes como confusos. Sugerentes porque han abierto nuevas vías de análisis y confusos por las ambigüedades conceptuales y terminológicas en que se han dado. Pero un problema añadido en la mezcla de niveles en que se dan los trabajos y las discusiones. Por ello me parece fundamental diferenciar los tres niveles en que se efectúan :
1) Nivel epistemológico. Aquí se trata de entender lo simbólico y el imaginario como formas de conocimiento del mundo.
2) Nivel psíquico. Aquí se trata de entenderlos como registros diferenciados de nuestro psiquismo.
3) Nivel social. Hablamos aquí de lo simbólico y del imaginario como campos de lo social.
A nivel epistemológico tenemos
el imaginario entendido como el conjunto de imágenes mentales.
Una imagen mental es una representación concreta de una percepción o una mezcla de imágenes mentales que proceden de percepciones. En esto seguimos a Hume y a Freud, que decía que todas las representaciones provienen de percepciones.Sartre critica a Hume por lo que llama la
ilusión inmanentista, que considera que la imagen es siempre un resto de una percepción. Para Sartre
la imagen es la conciencia de un objeto mental. Pero esto es precisamente
la ilusión de la conciencia intencional como característica de lo psíquico en la que caen los fenomenólogos. De la misma manera podemos criticar a Sartre en la medida en que considera que
el imaginario no tiene que ver con la percepción. Para él lo único que importa en la percepción, aparte de la información sensorial, es la Gestalt
( configuración según leyes propias del proceso perceptivo) y la atención. Pero lo cierto es que la percepción es una imagen que captamos y que reconocemos a partir de nuestro imaginario lingüístico, que es la red de significantes que tenemos en la memoria llamada declarativa. Esta es una aportación del psicoanalista Ansermet y del neurocientífico Magistretti de que las imágenes que tenemos como resto de las percepciones son significantes. lo son porque o bien porque son representaciones de una imagen ( sea visual, sonora o táctil) o lo son de una palabra ( que es una imagen sonora o visual, según sea oral o escrita).
Si lo planteamos a nivel de conocimiento tenemos entonces que los significantes o lo son de imágenes o de conceptos. Para Castoriaidis es lo que llama significaciones imaginarias o lógicas. las primeras son
un magma y las segundas están estructuradas lógicamente. Esto plantea varias problemáticas. Una es la del estatuto del concepto. Para Castoriadis
el concepto es una derivación de la imagen basada en una ontología conjuntista-identitaria. Para Spinoza, en cambio, el concepto es lo que nos permite captar la esencia formal de un modo finito de existencia. por lo tanto el concepto es un grado superior de conocimiento con respecto a la imagen, porque la imagen sería la representación concreta de la percepción ligada a un afecto, es decir una idea inadecuada y el concepto implica conocer la esencia formal de una cosa singular, es decir sus propiedades, por lo que estaría por encima del concepto.
Otra cuestión es la que se plantea Giorgio Agamben ( en su interesante libro
Signatura rerum.Sobre el método ) a partir de las últimas conclusiones de las investigaciones de Émile Beneviste. En ella reconoce en el lenguaje una doble significancia que es la del aspecto semiológico y el semántico. plantea la cuestión de como pasamos del signo a la palabra. Porque es a partir de la palabra que articulamos un enunciado y es a partir del enunciado articulamos un discurso.Para Beneviste hay un salto de lo semiológico a lo semántico. Para él no hay transición del signo al enunciado. Para salir del atolladero, dice Aganbem, Beneviste formula una teoría de la enunciación que tiene mucho que ver con el planteamiento de Foucault en
Las palabras y las cosas. Para Foucault, de todas maneras, los enunciados no son lo mismo que una proposición sino lo que resta una vez extraida la estructura de la proposición. El enunciado es la función que permite hacer proposiciones, es decir enlazar las reglas lógicas y las de los signos y hacer posible una proposición. Es decir lo que posibilita la práctica discursiva. La función enunciativa es, entonces, para Aganbem la que determina la signaturas. ¿ Qué son las signaturas ? Son la manera como signamos la existencia de las cosas, que sería como decir la manera como las configuramos.
El problema es, por supuesto, complejo. Hay que descartar aquí la vía de la hermenéutica simbólica de Gilbert Durand, fruto de muchas de las confusiones anteriores. Para Durand las imágenes serían significantes más fecundas que las palabras-conceptos porque la imágenes son analógicas, tienen una relación mucho más directa y fecunda con lo que simbolizan. Pero esto implica no entender que, aunque la relación entre significante y significado es arbitraria no lo es la relación entre el signo o símbolo que llamamos palabras y lo que expresa. porque justamente lo que expresaría sería esta signatura ( ¿ herencia de la forma platónica ? ). Lo cual nos llevaría a que es el concepto el que tiene una función enunciativa, en cierta manera. Volvemos así a Cassirer cuando nos habla del ejemplo de Hellen Keller. La niña accede a lo simbólico, que querría decir al concepto-proposición-discurso cuando entiende que la palabras tienen significado. En el caso de la palabra
agua sería entender que significa algo y que significa algo quiere decir que tiene un significado más allá de lo perceptivo y de este modo distanciarnos de la relación inmediata con el mundo y ser capaz de establecer una relación mediata.