Luis Roca Jusmet
La concepción más consensuada de la verdad es la que plantea Aristóteles. Es la concepción de la verdad como adecuación. Se trata de considerar a la verdad como una propiedad de nuestro juicio sobre el mundo. Lo cual significa que la verdad reside en nuestra capacidad para captar el mundo, sus hechos y sus procesos. Cuando lo que pensamos se corresponde con lo que hay entonces hay verdad en nuestro pensar. Las cosas son lo que son y la verdad o falsedad radica en la manera como lo captamos. De aquí pueden surgir muchos matices. El pensamiento puede reducirse al lenguaje y entonces es en nuestros enunciados, en nuestro decir donde radica la verdad. También podríamos entender el mundo en el sentido fenoménico ( que significa la manera como aparece a los humanos) o en el sentido estricto ( el mundo es tal como aparece). Incluso la versión kantiana se puede incluir en este planteamiento.
La pregunta radical es, por supuesto, como podemos acceder al mundo al margen del lenguaje y del pensar, ya que si se trata de una adecuación de este con el mundo entonces debe haber una manera de captar el mundo más allá del pensar del decir. La única vía es la de la experiencia. ¿ pero que entendemos por experiencia ? ¿ No está la experiencia ya transformada por el pensar y el decir ?
Por supuesto que sí. Esto significa que la adecuación es siempre fenoménica, es decir que no podemos caer nunca en un realismo ingenuo. El realismo debe ser crítico y hemos de partir que la verdad es siempre una verdad humana, a escala humana.
Nietzsche introduce una serie de elementos interesantes aunque su conclusión es errónea. Elementos que todos ellos se incluyen en su perspectivismo. Se trata de entender que nos movemos siempre en una perspectiva humana que esta determinada por el cuerpo y por el lenguaje. El cuerpo es nuestra antena por el campo perceptivo que define. Cada especie tiene un campo perceptivo limitado que capta una información particular del mundo. Por otra parte tenemos el lenguaje, que es una construcción simbólica arbitraria de significaciones sobre el mundo. Finalmente una relaciones de poder que determinan lo que se considera el saber, por lo tanto, la verdad. La conclusión es que la verdad es una ficción. No estoy de acuerdo.
Lo que podemos aceptar del planteamiento de Nietzsche es que la verdad es una construcción simbólica humana, y por tanto se inscribe en una perspectiva humana. Pero ya lo dijo Kant cuando estableció la diferencia entre el fenómeno y el noúmeno. No es un planteamiento original. Esta construcción no es únicamente fenoménica sino que es también cultural. En este sentido lo único que podemos matizar de la afirmación de Nietzsche es que aunque la lengua sea fundamental en esta construcción cultural de la verdad no es cierto que cada lengua sea una interpretación del mundo. únicamente si comparamos lengua radicalmente diferentes estos es parcialmente cierto, como argumentó Chomsky al señalar las estructuras innatas de cualquier lengua. En este sentido estamos condicionados por la lengua como estructuración simbólica de la verdad y esto se concreta con matices en cada lengua.Yo hablaría, siguiendo a Castoriadis, de un imaginario social de la verdad.
Pero aún y considerando todos estos condicionantes considero que a nivel fenoménico podemos hablar d euna verdad humana. Disponemos de nuestro cuerpo como un aparato perceptivo y también de nuestro logos (pensar a través del lenguaje). Es lo que yo llamo un imaginario lingüístico, que es a la vez particular ( grupo socio-cultural) y singular ( el de cada individuo). Por todo ello podemos hablar de un imaginario que es universal ( fenoménico), particular ( cultural-social) e individual.
Dicho todo esto podemos establece criterios lógico-empíricos para establece la verdad de una proposición, es decir de un juicio de hecho. y con estos volvemos a Aristóteles. Los empíricos pueden ser empíricos o teóricos, es decir que pueden proceder de la experiencia o de la razón. Pero hasta que no articulamos una proposición que afirme o niegue algo del mundo real no podemos aplicar la propiedad de la verdad. Y cuando la articulamos es la observación y las previsiones, es decir en último término la
práctica la que determina la verdad o la falsedad de la proposición. Esta es la aportación del llamado realismo crítico. Que es a través de la práctica humana cómo podemos contrastar la verdad o la falsedad de una proposición. Lo podemos establecer, por supuesto, en términos de verosimilitud y no de verificación. Lo cual quiere decir que acabos situándonos, finalmente, en un escepticismo moderado. Es decir, que no estamos seguros de nada, pero pdoemos estar más seguros de algunas cosas que de otras.