Escrito por Luis Roca Jusmet
No aceptemos la trampa en que nos coloca Zizek cuando dice: "no quiero ser feliz, quiero una vida interesante". John Stuart Mill ya planteó, en su crítica a la concepción limitada de la satisfacción de Bentham, que la felicidad es lo que a cada cual le resulta placentero, en el sentido más amplio de la palabra. Sería similar a alegría, bienestar. Estar bien, sentirse bien.Para algunos será un placer tranquilo y para otros tenso, similar a lo que Lacan entendía por goce.Cada cual desea, decía Mill, lo que le hace feliz, le produce placer, bienestar. Los humanos, como decía Sartre, estamos obligados a ser libres, es decir a decidir. Formulemos o no un dilema antes de actuar, sabemos que siempre podemos hacer una cosa diferente de la que hacemos.La cuestión sería que en un principio deberíamos decidir siempre lo que nos hará más felices. Y no lo hacemos. Claro que hay que tener en cuenta dos matices : el primero es que decidimos siempre con la información que tenemos en el momento de decidir, que siempre es limitada. ¿ Pero hablamos de la información posible o la que realmente tenemos ? Si hablamos de la posible quiere decir que una fuente de error puede ser no tener en cuenta la información disponible. Pero información ¿ sobre qué ? por una parte de lo que queremos y por otra de la situación en la que estamos. Descartemos el inconsciente porque serían deseos que, por definición, no son conscientes. La ignorancia sería una causa de error, entendiendo por ignorancia aquello de lo que podríamos ser conscientes y no lo somos. Pero aparte de la ignorancia, que haría referencia al saber posible pero que no utilizamos, tenemos la debilidad, la flaqueza, la pereza. Los antiguos la consideraban uno de los peores vicios :
la acidia. Tenemos después las pasiones : la ira, el miedo, la avaricia, la codicia, la gula, el sexo. Son pasiones que nos dominan, que nos esclavizan, que nos pueden empujar a un placer inmediato pero que nos acaba conduciendo al sufrimiento, al malestar, a la infelicidad. Es lo que podríamos llamar actuar de manera irracional. Esto tanto puede ser porque la pasión nos ciega o porque la pasión nos hace actuar en contra de lo sabemos que es mejor. Porque la decisión es el acto físico, es el acto. Lo que podríamos llamar la decisión mental es la intención. Las adicciones serían un ejemplo de los que nos lleva a actuar en contra de los sabemos que es mejor, lo que nos conduce a lo peor sabiendo que es lo peor.
Pero tenemos también la cuestión de los medios. Una vez sabemos lo que queremos, conociendo la situación en la
que estamos lo que decidimos son los medios. Los medios los podemos calcular, pero no siempre es así. está también la posibilidad del riesgo y no podemos decir que siempre es más racional o mejor calcular que arriesgarse. Es una decisión previa, la de arriesgarse o calcular. Cuando hay riesgo consciente, lo asumimos y perder no podemos decir entonces que haya error sino una apuesta que se ha perdido. Pero si calculamos mal entonces si que hay error.
Es todo muy complejo peor podríamos considerar que el arte de vivir nos podría enseñar varias cosas. Una a ser capaces de pensar bien donde estamos y lo que queremos. Lo cual implica un trabajo interior, tanto de introspección lúcida como de capacidad de conceptualizar y de argumentar. Otra ser capaces de estructura un carácter firme que nos permita ser firmes y dominar las pasiones. Una tercera saber cuando hay que apostar y cuando hay que calcular, teniendo siempre en cuenta las consecuencias de lo que hacemos. La cuarta ser capaces de responsabilizarnos de nuestra vida, de hacernos cargos de ella. Quizás esta sea la manera de vivir de una manera libre, con un proyecto ético propio que oriente nuestras decisiones.
Pero también es interesante saber que formamos parte de un Cosmos, de una humanidad, que somos solamente un cuerpo, un modo finito de algo mucho más grande. Que debemos ser autónomos pero que no podemos ni debemos ser independendientes, que todo depende de todo y que todos dependemos de todos. Por ello mismo hay algo que podemos llamar el azar, la suerte o la fortuna y que es sencillamente lo que nos afecta pero que no dependende de nuestras decisiones.
La paradoja es que eligiendo lo peor podemos salir beneficiados y eligiendo lo mejor podemos salir perjudicados porque efectivamente las consecuencias previsibles son las únicas con las que podemos contar y son las imprevisibles, las que hemos llamado el azar, las que finalmente pueden ser determinantes.
La conclusión es que hay que decidir desde un determinado estado de serenidad y lucidez pero sabiendo que todo lo que decidimos es relativo.No dramaticemos nuestras decisiones porque al final no son lo más importante. Lo más importante es como somos capaces de encajar las cosas que nos pasan que no dependen de ellas. Esto es sabiduría.
Seguramente Spinoza, mi filósofo de referencia, lo que proponía no es algo muy diferente de lo que estoy planteando. Ni Pierre Hadot, al hablar de la filosofía como forma de vida.