Escrito por Luis Roca Jusmet
Descubrí a Pierre Hadot hace unos años, ojeando un libro que me llamó la atención: "La filosofía como forma de vida". El libro era una entrevista, muy bien planteada por Arnol I Davidson y Jeanne Carlier. Arnold I.Davidson es hoy uno de los grandes conocedores de Pierre Hadot y ha realizado trabajos muy interesantes a partir de la influencia de Michel Foucault. A partir de Hadot hice una relectura de Foucault, a partir de su última etapa, que es la que me ha interesado más. He trabajado mucho la comparación entre ambos, me han publicado algunos artículos y tengo un libro en perspectiva sobre el tema.
Me interesa su planteamiento de la filosofía como un saber transformador del sujeto. Él no utiliza el término sujeto aunque yo sí por influencia lacaniana y foucaultiana. El término clave de Hadot es el de
conversión. Tiene un artículo sobre el tema, que escribió bastante joven que ya es un clásico. Conversión es la transformación, relativa o absoluta, por la verdad de un sujeto. Con su ejemplar rigor y claridad Hadot nos argumenta como este término, que asociamos a la religión, pertenece propiamente a la filosofía. Plantea que solamente en el budismo y en la religiones que Hegel llama de
conciencia desgraciada ( el judaísmo, pero sobre todo el cristianismo) hay conversión. En el resto de religiones antiguas hay culto y ritos, como intercambio entre lo humano y lo divino. Es, en cambio en Grecia cuando se inicia esta transformación por la verdad a través de la filosofía. Oscila entre la epistrophes y la metanoia, que quiere decir respectivamente el retorno y el renacer. Para Hadot más bien es como un proceso complementario, que en algunos momentos insiste más en un aspecto ( Platón en el retorno)y en otros momentos en otro ( las escuelas helenísticas en el renacer).
En la época de Platón la conversión era de la polis. para ello hacía falta sobre todo la conversión de los filósofos, que como gobernantes debían hacer esta transformación de su alma ( reminiscencia que es un retorno). Pero en las escuelas helenístico-romanas la conversión era individual. Hadot se centra por un lado en la transformación del neoplatonismo, que da al platonismo un giro más individualista y más místico, planteando la conversión como el acceso a la experiencia unitiva, al sentimiento oceánico.
Es una nueva manera de percibir a partir de la conciencia cósmica, de experimentar que trascendemos nuestro yo para acceder a lo universal. Pero también en el estoicismo de Epicteto y de Marco Aurelio, que Hadot trabajara en profundidad hay una verdad, la verdad de esta conciencia cósmica que nos da la física, que transforma nuestros deseos y nuestros actos. Hablamos de la triple disciplina del juicio, del deseo y de la acción. Esta conciencia cósmica transforma nuestros juicios, nuestros deseos y nuestra manera de actuar. Es decir, que hay una nueva percepción que nos conduce a pensar, a querer y a hacer de otra manera. La filosofía transforma al sujeto y lo hace a través de una serie de prácticas, de ejercicios espirituales que nos permite esta autodisciplina. Cuestión fundamental es, saber diferenciar lo que depende de nosotros y lo que no. De esta manera transformamos la impotencia en imposibilidad.
Es interesante recalcar que estas escuelas servían para desarrollar este trabajo interior para que cada cual pudiera asumir de una manera diferente sus responsabilidades sociales. La elección de vida filosófica no implica para todas las escuelas por prepararse para otra vida ni en este mundo ni en otro. Se trata de aprender a vivir de otra manera la experiencia cotidiana. No se trata entonces de hacer otras cosas sino de hacer lo mismo de otra manera. Por habla de conversión en el sentido de transformación interna, sin que comporte necesariamente un cambio de vida externo.