Reseña de
El alma de las marionetasJohn Gray
(traducción de Carme Camps)
Madrid ; Sextopiso, 2015
John Gray ( 1948) es uno de los filósofos anglosajones vivos más interesantes y originales. Sus trabajos filosóficos podrían encuadrarse en lo que Foucault llamaba
una ontología del presente. La mirada sobre el presente de este filósofo inglés es una mirada crítica desde el escepticismo. No critica lo que hay para proponernos algo mejor, porque justamente lo que cuestiona son estos ideales universales que nos prometen liberarnos de lo somos para alcanzar un mundo perfecto. El mundo moderno, dice Gray, es una nueva forma de gnosticismo. Pensamos que el conocimiento nos liberará y en su nombre construimos utopías que acaban siendo pesadillas. En nombre profecías como el comunismo o el nazismo, o simplemente la defensa de los derechos humanos, la democracia mundial o la paz universal, se ponen en marcha los dispositivos del terror. Estamos ligados a la tierra y queremos subir al cielo, este es nuestro error. Nos consideramos sabios que podemos llegar a la perfección y somos inevitablemente criaturas imperfectas e ignorantes que nunca saldremos de esta condición. ¿Porqué no aceptar esta condición? ¿Por qué querer ser algo diferente de lo que somos?El mito moderno del progreso como camino inevitable a lo mejor a través de la ciencia parece incuestionable en todas sus formas. Gray nos propone, modestamente, la solución estoica de buscar la libertad interior aceptando nuestras limitaciones.. Como hacían los antiguos, al reconocer el destino y la necesidad de someterse a él, al evitar
la hybris o desmesura. La civilización es fruto de un trabajo paciente y duro y tan difícil como es construirlo, fácil es destruirlo. La barbarie de la razón puede ser peor que la de la sinrazón. La fe en el progreso y en la ciencia es una de los grandes y peligrosos mitos del ser humano.El camino que nos propone Gray para desarrollar este planteamiento es altamente singular. El hilo conductor son las marionetas. Las preguntas que nos provocan, como bien nos mostró Heinrich Von Kleist, son paradójicas. La perfección de sus movimientos frente a la torpeza de los humanos nos lleva a preguntarnos si nuestra conciencia y nuestra aparente libertad no son más fruto de la imperfección que de la perfección. ¿No haría lo mismo que hace la marioneta si pudiera elegir ? ¿No pensaría que los movimientos que les provocamos son libres, si tuviera conciencia? Este comentario me lleva a la afirmación irónica de Spinoza, que afirmaba que una piedra, si fuera consciente, pensaría, al caer por la gravedad, que la caída es una decisión propia. La libertad es una de las profundas ilusiones del ser humano.
El recorrido del libre es ingenioso y brillante y pone de manifiesto tanto la inteligencia como la vastísima cultura del escritor. Del Golem a los aztecas, de Mary Shelley al
cybrog, del asesinato y secuestro de Aldo Moro por las Brigadas Rojas a la práctica de la
oujía.De la imprescindible novela
Solaris de Stanislaw Lem a la extraodinaria película de Andrei Tarkovski sobre el mismo texto. De Interesantes y sugerentes comentarios, como los que hace a partir de Leopardi hasta los referidos Guy Debord y su sociedad del espectáculo. Un recorrido muy personal y sugerente.
De todas maneras deberíamos preguntarnos a que conclusiones éticas, morales y políticas llega John Gray. O cuales son las que se derivan de este escepticismo epistemológico y antropológico. En su caso le conduce a posiciones conservadoras y este es el problema. Preferiría pensar que el escepticismo respecto la utopías y las revoluciones, pueden llevarnos hacia posiciones reformistas y progresistas. Este animal ignorante e imperfecto lo es también relativamente y puede ir construyendo un mundo mínimamente habitable para todos. Porque de otra forma acabamos refugiándonos en un pesimismo romántico y neoconservador que acabe apoyando a la derecha como el mal menor.