Escrito por Luis Roca Jusmet
Nuestra concepción del tiempo está ligada a la conjugación en tiempos pasado-presente-futura de las lenguas occidentales. El filósofo y sinólogo François Jullien ha pensado la comparación entre la visión occidental y la chia del tiempo.
China no piensa el tiempo de forma cuantitativa en relación con el movimiento, sino de forma cualitativa en relación con las estaciones. El tiempo se entiende como un proceso que se desarrolla en dos fases, lo que dejamos y lo que viene, todo como una unidad. En la lengua china no hay tiempos verbales, el ser es siempre un ser en fase. La noción básica es la de
duración. El tema del tiempo vuelve a ser retomado en su libro sobre las transformaciones silenciosas .El cambio no es lo que se manifiesta cuando hay una ruptura aparente, sino que es la consecuencia de una transformación silenciosa a partir de un giro sutil, casi imperceptible de la que es resultado. Lo que hay en el cambio es una emergencia visible de un largo proceso invisible. La misma relación causa/efecto se diluye en este planteamiento, ya que es a todo al proceso al que hay que referirse para entender lo que pasa. Proceso que es por otra parte global y nunca local, que forma parte de la duración y no del acontecimiento. El envejecimiento no es ni decadencia ni degradación sino un elemento más del proceso del vivir. La muerte no es una ruptura sino una consecuencia más de la vida, no hay ni drama cristiano ni tragedia griega, ni tan solo la melancólica heroicidad del romanticismo. Todo pasa naturalmente, como el fruto que madura y finalmente cae. Lo que importa no es lo extraordinario del acontecimiento nuevo, sino la persistencia de lo ordinario. Es como las estaciones, que se transforman las unas en las otras sin un límite estricto que señale su separación. Pasan muchas cosas y parece que no pase nada, Podemos relacionar este enfoque con la filosofía antigua, con Spinoza y con Pierre Hadot. Por lo menos es lo que a mí me sugiere.
Nosotros estamos en la sociedad del acontecimiento en el que siempre esperamos lo novedoso, lo que rompe la rutina. Es el acontecimiento-espectáculo de los mass media, de la moda, del turismo en el que siempre esperamos lo diferente.
La China tradicional desconfía de la palabra y de la acción, confía más en el paciente proceso de las cosas que no necesitan ser forzadas ni transformadas en discursos retóricos. No hay dicotomía entre teoría y práctica, sólo hay procesos que desarrollan las condiciones favorables o desfavorables , La crisis es a la vez el peligro y la oportunidad que debemos saber canalizar, de inducir el efecto que queremos.
El libro originario del pensamiento chino es el
Yi jing o libro de las mutaciones( 1993c)
.Está construido sobre la oposición de dos tipos de trazo, uno lleno y otro quebrado, que representan el yang y el ying, la polaridad de todos los procesos. Explica la realidad desde todas las transformaciones continuas y posibles ( a partir de una situaciones-tipo) a partir del cambio de un solo trazo que se representan en una serie de diagramas ( tres líneas) que se combinan entre sí formando hexagrama ( un diagrama sobre otro). Cada una de las 64 figuras que surgen es el potencial de acción de cada situación , donde hay una determinada relación de fuerzas sobre las que el sabio debe orientarse para ser eficaz, No hay que entenderlo como un libro de adivinación, como se acostumbra a hacer. Es un ritual que conduce a una idea sobre la que pensar a partir de una decisión. No se trata de preguntar para decidir sino de decidir y relacionar la decisión con una sugerencia, que siempre interpretamos nosotros mismos.
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